sábado, 5 octubre, 2024
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Sergio Massa, íntimo, y una sorpresiva oferta a Mauricio Macri

Fuma blue. No el dólar libre, el billete estadounidense que se compra en lugares que son, se supone, clandestinos, y cuya cotización esta semana subió. Hasta un nivel récord. Quinientos setenta y cuatro pesos cotizaba un dólar blue el viernes al cierre de los mercados.

El ministro de Economía y el principal precandidato presidencial de Unión por la Patria (UP), Sergio Massa, no fuma dólares, no él en persona no. Lo que fuma son cigarritos holandeses marca Café Creme. Sabor Blue. Así se llaman.

Fuma un blue y otro blue. Deberían durarle cinco minutos. Le duran menos. La ansiedad. Aunque quienes lo frecuentaron en los últimos días, tantas personas, se vayan con la sensación contraria. A Massa, en la intimidad, se lo percibe aplomado.

El precandidato de UP, es decir, del Partido Justicialista (PJ), empezó la semana sintiendo el efecto de la derrota del peronismo en Chubut que pasará a ser gobernada por Ignacio Torres, de la oposición de Juntos por el Cambio. Y también anunciando al límite de las fechas de vencimientos de deuda con el FMI que le pagaría a ese organismo con dos nuevos préstamos. Uno, de mil millones de dólares, fue otorgado al país por la Comunidad Andina de Fomento (CAF). Su titular es el argentino, Christian Ansinelli.

También sumó yuanes de China.

Y sorprendió con un crédito que llegó desde Qatar. Lo venía negociando en secreto, aunque en un principio se había filtrado su intención, por lo que sorprendió a los economistas de la oposición que habían ninguneado ese posible trato con el país liderado por el jeque Tamin bin Hamad Al Thani. El viernes se le pagaron al fondo, entonces, todas las deudas que debía la Argentina correspondientes a agosto, es decir, el mes de las PASO.

Massa espera ahora que, tras las primarias, el Fondo apruebe de modo oficial el preacuerdo ya anunciado que significará el envío desde Washington de alrededor de 7300 millones de dólares.

La versión del ministro y precandidato a Presidente es que la titular del FMI, Kristalina Giorgeva, siempre supo de las tratativas confidenciales con Qatar y la CAF.

El trato con Qatar empezó a gestarse en el verano pasado, cuando en una reunión en la sede central del FMI, Massa generó un vínculo de amistad con su par qatarí, Alí bin Ahmed Al Kawari, a quien él llama “Alí”, a secas.

Ayudó después, aunque de modo tangencial, el hombre que maneja los negocios del jeque de Qatar en el país, el ex tenista Gastón Gaudio.

Massa, el viernes por la noche, aplomado quizás por lograr calmar a los mercados, terminó el día volviendo a sus oficinas de Avenida del Libertador al 800.

Entró caminado lento al despacho más amplio, el suyo. Saludó a un interlocutor que lo esperaba para hablar de los problemas de la economía y de política: la suba de la inflación que él no pudo detener, el FMI, el dólar blue y su precio récord, la falta de reservas en el BCRA, la crisis social y el aumento de la pobreza en la Argentina. Son temas que debe resolver desde su cargo de ministro, al que sumó su rol como precandidato presidencial Massa se sentó en un sillón Chesterfield amarronado en lugar de ocupar su escritorio. Miró su celular, chateó, pidió una gaseosa, comió un sandwich, todo al mismo tiempo pero sin apurarse, y deteniéndose, con interés, en la pared que tenía frente suyo. Cuatro televisores planos, enormes, tapan una pared, siempre sintonizados en canales de noticias.

Clarín reconstruyó esa escena gracias a contactos inmejorables que suelen dialogar seguido con con el ministro y precandidato.

Faltan solo siete días para que el voto en las PASO defina, en parte, su futuro. Y, sobre todo, el del país.

Massa se sinceró frente a su visitante, el último que vería en reunión tras una semana agitada. Una más.

“La Argentina está quebrada en lo económico, sí. Estamos, podría decirse, transitando ahora por dos convocatorias de acreedores. Una es con el FMI. La otra con los bonistas privados”, describió el escenario que lacera a una sociedad empobrecida y desencantada con la clase dirigente.

Y siguió “Conseguimos el dinero que faltaba para pagarle al FMI gracias al préstamo de Qatar. Pocos me tuvieron fe cuando yo anuncié que estaba negociando con ese país. Y bueno, pasó lo que yo sabía que iba a pasar, tanto que me criticó la oposición. En agosto vendrá el dinero del nuevo acuerdo con el Fondo. Con ese desembolso llegaremos hasta diciembre.

Massa sorprende a quien lo interroga sobre su enfrentamiento histórico con Mauricio Macri, fundador del PRO.

El precandidato presidencial de UP, cuya buena parte de su dirigencia eligió a Macri como su enemigo político.

Ocurre que el precandidato presidencial deja trascender que, si él llegase a la Presidencia tras ganar las elecciones, le ofrecería a Macri un cargo de embajador.

Lo dice así, siempre de acuerdo a las fuentes antes citadas: “Macri, como cualquier ex Presidente de nuestro país que esté dispuesto a ayudar, debería ser embajador de la Argentina. Todos los ex presidentes podrían ser embajadores. Es un honor para la Argentina que sus ex mandatarios nos representen ante el mundo. Incluso Macri, sí”, volvió a sorprender ante quien, el ministro sabía que podría filtrar esa novedad.

Massa, a pesar de que dice ser consciente de la crisis económica, política y social que sufre la sociedad, considera que obtendrá un caudal de votos muy considerable en las PASO.

Afirma incluso que podría ser el postulante más votado de modo individual en los comicios del próximo domingo. Es un análisis que entusiasma al peronismo, donde varios jefes territoriales descreen de un primer comicio tan positivo.

El mismo diagnóstico del Gobierno, al menos hasta el viernes a la noche, que está basado en sondeos bajo sospecha debido a la alta abstención que podría haber en el electorado convocado a votar en las PASO a nivel nacional, indica que después de Massa quien obtendría más sufragios podría ser el libertario Javier Milei.

Aunque la suma de los votos que obtendrían los dos precandidatos de las PASO de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, será mayor si se suman entre sí.

Respecto a la interna de la oposición, para Massa, habrá una ganadora: Patricia Bullrich se impondría por sobre Rodríguez Larreta. Faltan igualmente siete días, mucho tiempo aunque sea poco.

¿Cómo es posible que, estando a cargo del manejo la economía en total crisis, Massa sea también candidato a Presidente y, de acuerdo a análisis y muestreos de campo, tanto de la oposición como del oficialismo, incluso pueda llegar a las PASO en una posición competitiva?

Massa parece aliterar a Perón con su respuesta: “La oposición se pelea entre sí, no muestra un plan mejor ni claro para que la sociedad vea que existen alternativas. No es seria. Los otros son peores. El peronismo se ordenó detrás de mi candidatura y eso ayuda”, se entusiasma.

Jura que comprende que los problemas de la economía son su responsabilidad. Y agrega, para colmo, que podrían complejizarse.

El Gobierno no se sorprendería si los mercados generan una corrida contra el peso. “Siempre, en elecciones, hay sectores de los mercados que intentan desestabilizar. Pero vamos a darle pelea si eso pasa. De los fondos que envía el FMI, alrededor de 4 mil millones de dólares se van a poder usar para frenar a los especuladores con el dólar”, contó Massa.

El precandidato admite que su trabajo no fue eficiente: “Si tuviera 40 mil palos verdes en el Banco Central podríamos programar en serio un plan antinflacionario. Pero no hay reservas. Macri pidió un préstamo al FMI que es impagable. El acuerdo se está cumpliendo, a pesar de todo. Y es un acuerdo que genera inflación, aunque no sea la única causa de la suba de precios”.

Massa, asesorado por su equipo de comunicación y el catalán Antonio Gutiérrez-Rubí, intentará hacer campaña en los días que restan hasta las PASO fortaleciendo lo que los focus groups devuelven como aspectos positivos de la figura del ministro-candidato, y de UP en general: esos estudios señalan que parte del electorado considera que Massa toma decisiones con firmeza, que ordena aunque sea un poco el caos del oficialismo, que tiene capacidad de gestión y determinación.

No mucho más.

Massa decidió hacer campaña por su lado. Sin la compañía de Cristina Kirchner ni del Presidente.

“Yo soy yo. ¿En serio alguien puede creer que Cristina puede llamarme para condicionarme?”, se molestó cuando le preguntaron por esa posible situación.

Hoy, el ministro y postulante presidencial encabezará un acto en el estadio de Ferro convocado por organizaciones sociales.

El rival de Massa en las PASO, Juan Grabois, con eco mediático y perteneciente a esos movimientos, no preocupa a Massa, dijo el propio Massa. Aunque su figura crece.

Se verá cuándo el próximo domingo.

El diputado Máximo Kirchner, mientras tanto, se ocupa de los distritos en los que su agrupación, La Cámpora, puede impulsar con cierto éxito a nuevos candidatos, o en las ciudades en las que podría ser electos intendentes propios. Kirchner se ocupa de repasar, localidad por localidad, los votos que obtuvo el PJ en las legislativas del 2021. Para eso llama a cada jefe comunal y pregunta qué necesita para sostener esa base que el peronismo no quiere perder.

No fue informado de modo oficial dónde, cuándo y cómo será el acto de cierre del oficialismo antes del PASO.

Massa recorrerá antes provincias como Santa Fe, irá al conurbano junto a la CGT y participará del cierre del gobernador bonaerense, Axel Kiciloff.

Mientras tanto, y en silencio, dice que achica los gastos del Estado sin afectar las partidas que pueden utilizarse para generar buenas noticias.

Los gobernadores lo llaman para pedirle más dinero. Massa, calcula, tiene hoy a cargo el ochenta por ciento de la Administración Nacional.

Es uno y otro al mismo tiempo.

Precandidato y ministro.

El acuerdo final con Qatar lo terminó de negociar en un camarín armado para una reunión formal con un zoom con las autoridades de ese país. Fue en el mismo estadio en el que un rato antes habló como postulante a la Presidencia frente a 30 mil riojanos.

Massa miró durante toda la noche del viernes las cuatro pantallas que reflejaban las noticias enfrente suyo. Por momentos apareció en todas al mismo tiempo. Se enojó con algunos comentarios. Se rió con otros.

En los estantes de su oficina hay fotos donde se lo ve abrazando a Messi, Maradona, Tévez, Federer, Riquelme, Biden y Clinton.

Se destaca un gran cuadro del artista que fue su amigo, Páez Vilaró. Hay dos vírgenes a las que eleva sus plegarias. Banderas de la Argentina. Un premio que le otorgó la DAIA. Fotos con sus hijos y su esposa, Malena Galmarini.

En lo últimos días, se reunió con el ministerio de Seguridad, la UIF y la AFIP para organizar controles sobre las “cuevas” que venden el dólar libre.

Massa se fue el viernes de su oficina cuando ya era sábado. Habían pasado pocos minutos de la medianoche.

Terminaba así una semana más. Una menos para elección.

Seguirá mirando el blue. Y fumando blue.

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