Mundos íntimos. Contra todo pronóstico, mi hijo nació vivo. Tiene discapacidad, no habla, pero nos entendemos por la mirada.
La primera vez que tuve contacto con una persona “diferente”, ambas tendríamos unos cuatro o cinco años, fue un encuentro inesperado. En ese entonces vivíamos con mi familia en Rosario, mis padres tenían un negocio en la zona sur de la ciudad, contiguo a nuestra vivienda, esa tarde como otras tantas yo estaba jugando en…