jueves, 9 enero, 2025
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Lo público bajo sospecha:Villa Allende y una oportunidad para (re)pensar la ciudad

Cuando pensamos en una idea de ciudad quizás recordemos imágenes turísticas o momentos en las calles de algún lugar, pero pocas veces nos preguntamos por el sentido de ciudad, ¿Qué significa?, ¿Qué conflictos y acuerdos conlleva? Pocas veces pensamos la ciudad asociada al ejercicio del habitar, que nos devuelve la centralidad de las personas, más allá de las infraestructuras físicas y aspectos legales que la hacen posible.

Entre los autores que discuten una idea de ciudad, la obra de Juhani Pallasmaa nos propone pensarla desde tres aproximaciones: la ciudad como extensión de los sentidos; la ciudad de la escala humana; y la ciudad de la memoria y la identidad; todas promueven un sentido de continuidad histórica que construye comunidad en el espacio, una forma y un modo de habitar y de ejercer lo urbano.
Interrumpo las vacaciones ante una discusión que pone en sentido —y tensiona— estos aspectos: la discusión sobre la nueva propuesta de seguridad ciudadana del Municipio de Villa Allende.

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El 16 de diciembre del año pasado —hace días— tomó estado público un innovador plan de seguridad ciudadana: instalar portones y vallas en los accesos a barrios y calles secundarias entre las 22hs y las 6hs, restringiendo la circulación de todos aquellos ciudadanos que no residan en esas zonas, quedando libres de circulación sólo las avenidas principales. Consultado al respecto, el intendente agregó que “vamos a cerrar los pasos que conectan con otras ciudades, con cámaras y lectores de patentes. Los vehículos que circulen no serán detenidos, pero sí registrados. Si los vecinos lo prefieren, podríamos extender esta medida durante el día”. En un principio, la propuesta tuvo moderada repercusión entre los preparativos de navidad y año nuevo, aunque por su celeridad, tomó impulso en los últimos días en la agenda vecinal de Villa Allende y de Córdoba con manifestaciones en el espacio público, en la previa de su tratamiento en el Consejo Deliberante.

El proyecto cuenta con un presupuesto inicial de 600.000.000 pesos destinados en gran parte a tecnologías digitales de monitoreo y control, 160 cámaras y nuevos patrulleros. En tiempos de ajuste,
parte de este dinero será recuperado de los contribuyentes como un impuesto municipal más, instrumentado por cuotas mensuales según los recursos instalados en cada área y el tamaño de las
propiedades, con un promedio estimado entre 5.000 y 8000 pesos, como informan diversas notas periodísticas. 

Seguridad versus comunidad

La problemática de seguridad urbana no puede obviarse en esta discusión. La experiencia local y nacional demuestra que es un tema complejo que amerita abordajes integrales, asociados sensiblemente al desarrollo o precarización de la comunidad, emergiendo aquí un concepto rara vez discutido: la seguridad humana. Ante contextos de deterioro del entramado socioproductivo, diversas publicaciones científicas establecen una relación directa entre los índices de delito, violencias, segregación y desplazamiento urbano, y los niveles de empleo, marginalidad e integración social.

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Ciertamente, es difícil hablar de estadísticas y números abstractos frente a hechos de violencia, para las víctimas es un ciento por ciento, y resulta entendible la necesidad de protección frente a la potencial amenaza; emerge aquí la pregunta ¿de qué manera, y a qué costo?, y preguntarnos también si estas iniciativas solucionan o profundizan el problema. Ante ello, resulta interesante abordar estos
interrogantes desde la “seguridad humana”, como enfoque que prioriza el bienestar ambiental de las personas y de su comunidad, donde “lo público” tiene un rol central como institución y administración
del buen vivir. 

Retomando a Pallasmaa, la iniciativa del Municipio de Villa Allende nos convoca a discutir la ciudad, en tanto derecho y sentido. De aprobarse, establecería un antecedente negativo que atenta no sólo con los principios básicos y los acuerdos tácitos y legales de cómo habitarla, en tanto circulación, identidad y espacio público, sino que además institucionaliza el avance de la “countrización” en Córdoba:
guetización que anula la mixtura y continuidad del espacio público y urbano. Recordemos que esta iniciativa tiene un antecedente directo en 2022, cuando se discutió la ordenanza 10174/C/22 de
regularización para loteos de perímetro controlado en el departamento Capital, la que finalmente no fue aprobada.

La restricción a la circulación urbana remite a una discusión que resonó en el último año, amparadas en el derecho constitucional de los artículos 14 y 75. Todavía son recientes las experiencias de la pandemia sobre “la libertad de circular”, aspectos que se contraponen con esta propuesta. Entonces, ¿existe doble vara para el libre tránsito? ¿Existen vallas y vallas, cortes y cortes, ocupación o restricción de las calles más o menos permitidas?

Lo público bajo sospecha

La ciudad es el lugar común sobre la base del sentido de lo público, tanto del espacio como de las instituciones y, cabe decir, “lo público” se presenta hoy bajo sesgos de sospechas en diferentes debates y “sentidos comunes” que buscan asociarlo como sinónimo de decadencia, obsolescencia, corrupción, ineficacia y hasta anticuado. Por supuesto, podríamos tener algunas de estas miradas críticas si se tratase de “la administración de lo público”, pero por alguna razón se nos ha confundido los términos, y los abordajes. Cabe preguntarnos si este “sentido común” legitima, en parte, propuestas como la del Municipio de Villa Allende.

Lo público bajo sospecha —como peligro potencial— puede leerse en varios temas cotidianos, pero continuemos en la cuestión urbana, y puntualmente con el espacio público como lugar de los
acontecimientos, como lugar de lo imponderable. La calle, en tanto espacio fundamental de lo público, hace viable las ciudades desde su vitalidad y mixtura; administradas por el Estado municipal, no pueden convertirse en un dispositivo de segregación o de restricción social. 

La implementación de esta ordenanza implicaría un retroceso para el Gran Córdoba, área urbana que busca integrarse. En tal sentido acude la creación del Ente Metropolitano, las mesas de trabajo
conjuntas y las futuras extensiones del transporte público de Córdoba, acciones que buscan fortalecer relaciones más allá de las administraciones locales. Las ciudades no se alambran, como un country, y tampoco terminan en el ejido municipal. En la ciudad metropolitana habitamos una continuidad urbana que materializa una continuidad mayor: el sentido público del espacio expresado por la calle.
Todo esto, desde Pallasmaa hasta Villa Allende, nos plantea (re)pensar la ciudad que diseñamos, que construimos y que proponemos, donde lo público no sea sinónimo de sospecha y peligro sino un
posibilitante que incluya y no segregue.

Discutir una idea de ciudad no es abstracto, es pensar la forma en que vivimos día a día. La ciudad como extensión de los sentidos; la ciudad de la escala humana; y la
ciudad de la memoria y la identidad nos convoca a preguntarnos, sin demora, ¿qué ciudad queremos?

(*) Arquitecto. Doctor por la UNC, experto en estudios sobre espacio público y transformación digital sociourbana. Investigador y profesor de grado y posgrado (UNC, UBA y Universidad de Chile). Doctoral y posdoctoral CONICET. [email protected]

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