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Tambi flower es el nombre de su marca y florería, ubicada en Kitamachi (Japón), cerca del río Muko. Su estilo es de algún modo oscuro y desapegado. Noa Sakamoto es joven y en sus videos remoja las flores como un autómata, con anteojos de sol y camperas de cuero. Es francamente adictivo: uno puede ver un video, y luego otro, y otro. Hay una metamorfosis. Cuando comienza el trabajo, remoja los ramos, corta sus ramas, se transforma en un maestro. Sin embargo, la florería no es para él un acto de arte, sino también una suerte de rebeldía, una purga de sentimientos negativos. De tomar todo, y hacer algo con eso. Charlamos con él de esto, su inspiración y su mercado favorito.
-¿Cuál es tu proceso creativo? ¿Empezás con una flor o un concepto?
-Lo más importante es la emoción del día. Valoro las emociones negativas. Cuando se me aparecen, no pienso sobre ellas y las dejo tomar vida. Cuando mi estado mental es bueno, tiendo a pensar sobre los conceptos. Los dos vienen primero, pero para mí, es más cómodo lidiar con lo negativo, y puedo dejar que todo eso salga hacia afuera.
-¿Cómo empezaste tu carrera?
-Comencé a los 20 años. La primera vez que compré un ramo para mí sentí, extrañamente, que iba a convertirme en un florista. Pero lo cierto es que no me considero un florista ni artista floral. Porque no creo que estoy trabajando. Ni siquiera creo que soy siempre bueno.
-¿Podrías definir un estilo?
-Alguna vez pensé en “Floral dominance” que busca crear una expresión poderosa de belleza, sin temor. Las flores y plantas no son meras decoraciones, pero son intencionalmente manipuladas por humanos para interrumpir su orden natural. Esta meta crea trabajos que no son sólo hermosos, sino también desafiantes y sensorialmente estimulantes, esto inspira un sentido de ansiedad y de deuda en quien lo contempla.
-¿Cuál es tu vínculo con la naturaleza?
-Para mí la naturaleza es algo magnífico y algo que debe ser respetado. Todavía debo enfrentarlo desde mi espíritu y no lo logré todavía, porque vivo en una ciudad que tiene poca naturaleza y mucho concreto.
-¿Qué belleza que encontrás en tu trabajo?
-La falta de temor y la sensualidad son importantes para mí. También me influencia el escritor japonés Tanizaki Junichiro, dado que la estética también cumple un rol importante en mi trabajo.
-¿Dónde te abastecés de flores?
-En el mercado de flores de Kobe, en el cual confío. Japón tiene una abundancia de granjeros de flores de corte frescas. Este mercado recibe flores importadas de granjeros de todo el país, y son maravillosas.
-Las flores que usás son siempre exóticas, ¿cómo las moldeás para lograr tus bouquets?
-Uso flores exóticas sí, pero no me restrinjo al tipo de flores que uso. Mis flores favoritas van cambiando, depende del día y mis emociones. Hay flores que un día encuentro hermosas, y otros días no las quiero ni ver. Pero la premisa básica es que las flores son hermosas y las amo.
-¿Floristas que admires?
-Tengo mucho respeto por Makoto Azuma. Creo que es el único florista que pudo sublimar flores en arte. Pocos floristas en Japón son tan conocedores e instruidos, y creo que es muy particular en su contexto histórico.
-¿Cómo son tus clientes?
-Mi premisa básica es que trabajo con un sentido de responsabilidad hacia las ideas y sentimientos de las personas sobre las flores. Sin embargo, creo que trabajo con flores para mí. Defiendo la “dominancia floral”, que es la dominación de las plantas, pero creo que mis emociones y vida son controladas por las plantas. Esa es mi paradoja.
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