La enorme trayectoria de Javier Mascherano como futbolista no lo hace un entrenador experimentado por carácter transitivo. Se equivocará entonces el nacido en San Lorenzo hace 40 años, tal como lo hizo en el duelo ante Irak por la segunda fecha de los Juegos Olímpicos acá en la imponente Lyon. La secuencia ocurrió sobre el final de la primera parte en el moderno Parc Olympique Lyonnais. Lucas Beltrán ya no podía ni con su alma por un fuerte dolor en la espalda. «Aguantá acá al costado», le decía el DT desde el banco. El Vikingo ni se movía.
El capitán Nicolás Otamendi le gritó a Masche desde el fondo para que cambiara al delantero, quien no había llegado a una presión. «Ya termina», le explicó el ex volante central. Pero los seis minutos de adicional fueron demasiado y ahí sí se decidieron por la modificación: adentro Giuliano Simeone. Fue en un córner en contra, justo donde el manual básico advierte que no hay que hacerlo. El empate no llegó de esa jugada, es verdad. Aunque fue en la siguiente.
Mascherano caminó al vestuario masticando bronca, consciente de su falla que había sido determinante en el empate rival. Lo primero que hizo al ver a los futbolistas fue pedirles perdón. Tenía dos maneras de transitar el mal trago el entrenador: se quedaba encerrado en el error o cambiaba el chip. Hizo lo segundo y de gran manera. Porque Masche se juntó con sus colaboradores, con Leandro Stilitano a la cabeza, y cranearon cambios.
«Yo no estoy ni cerca de Scaloni», le dijo Mascherano a Clarín cuando se le señaló el paralelismo con las tres variantes que metió Lionel Scaloni en la final de la Copa América de Estados Unidos frente a Colombia. Y agregó: «Los tres cambios los necesitábamos porque después nos quedaba solo una ventana. Teníamos a Joaquín García con amarilla y a los otros chicos con un desgaste grande. Buscamos que Luján controle al extremo y a partir de eso armamos una especie de línea de tres para tirar a Zenón casi como un extremo, con Simeone del otro lado. Lo teníamos claro».
No le escapa a la autocrítica Mascherano. Habían pasado apenas unos minutos del final del juego ante Irak y, lejos de colgarse méritos, el entrenador contó que los futbolistas lo habían salvado. «Cuando tenés la suerte de tener buenos jugadores terminan solucionando las cagadas del técnico. Es la realidad. A veces uno tiene que tomar decisiones rápido y le puede errar», dijo. Y se sinceró: «Intenté aguantar el cambio. No pensé que iba a dar seis minutos de adición. Al final no hice ni una cosa ni la otra y no ayudé a los jugadores desde mi lugar».
Será un domingo en paz el de Argentina tras la victoria contra Irak y la caída de Marruecos frente a Ucrania. Todos los participantes del grupo B quedaron con 3 unidades, con los argentinos en la cima por diferencia de gol. Si habrá cambios o no se sabrá con la práctica del lunes.
Se hablará entonces de Luciano Gondou, el goleador de Argentinos que pide pista a base de goles. «Con Luciano soy injusto porque merece más minutos de los que tiene. Hay mucha competencia en su puesto. Es un chico que nos da minutos de calidad cada vez que entra. Como técnico no me es fácil convencer a un jugador de que lo importante es la calidad y no la cantidad. Pero él lo entiende y entra preparado», cerró Masche.