La Libertad Avanza (LLA) logró un triunfo categórico en las elecciones legislativas y, contra todo pronóstico, el presidente Javier Milei logró sortear con éxito el primer test en donde puso en juego su nombre, su gestión y los próximos dos años de gobierno. La ola violeta, como en el balotaje de 2023, se extendió por casi todo el país, incluso en la provincia de Buenos Aires, donde hace casi dos meses perdió por más de 14 puntos. A partir del 10 de diciembre, el oficialismo gozará de un bloque numeroso que le permitirá blindar en el Congreso sus iniciativas políticas. El peronismo, agrupado en Fuerza Patria, no cantó victoria pero se pudo mantener como bloque numeroso. Provincias Unidas, en tanto, quedó engrampada en la polarización y se convirtió en el verdadero fiasco de esta elección de medio término, sobre todo porque la mayoría de sus gobernadores, salvo el de Corrientes, resultaron derrotados en sus propios territorios.
Los guarismos totales a nivel nacional extendieron la hegemonía del oficialismo. LLA logró el 40,7 % de los votos, seguido por Fuerza Patria con el 31,6% y la liga de los gobernadores, que se presentaba como la gran novedad de estos comicios, quedó reducida su performance a un escuálido 6,9%.
Milei y el Pacto de Mayo
En su estrado triunfal en el búnker libertario, se lo vio a un Milei eufórico, descontracturado, pero con cierto formalismo. De hecho, cambió sus camperas en capas por un sobrio traje azul con corbata roja. Su discurso, más allá de las diatribas clásicas contra el kirchnerismo, transitó por un costado magnánimo: felicitó a los oficialistas amigos que perdieron en sus provincias y lanzó una convocatoria a gobernadores y legisladores aliados para acordar sus políticas para el futuro, básicamente las que tienen que ver con la reforma laboral, previsional y tributaria.
“Nos alegra saber que en muchas provincias las segundas fuerzas no fueron del kirchnerismo, sino del oficialismo provincial (en cada caso). Oficialismos que son actores racionales, pro capitalistas”, expresó Milei. Luego sumó: “Es por ello que queremos invitar a la gran mayoría de los gobernadores que tendrán representación parlamentaria a discutir estos acuerdos. En definitiva, ahora sí podremos transformar en leyes las consignas del Pacto de Mayo. Vamos a poder sentarnos a discutir las bases para una Argentina distinta”.
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El oficialismo llegaba a esta elección con un perfecto combo desfavorable: caída de la actividad económica y con la sombra de la corrupción. Sin embargo, en las últimas semanas, el inédito apoyo político y económico de parte de Estados Unidos, la todavía primera potencia mundial, le sirvió para llegar con el oxígeno suficiente al tramo final y cruzar finalmente la meta con mejor ánimo y aliento.
En un escenario de crisis, el oficialismo sorprendió incluso en la populosa provincia de Buenos Aires, donde logró imponerse por más de un punto sobre Fuerza Patria. Este triunfo, aunque sea por escasísimo margen, tiene más que un valor simbólico. Venía de perder a principios de septiembre por paliza y en la boleta estaba la foto de un candidato como José Luis Espert, que tuvo que bajarse por sus vínculos con un empresario acusado de negocios con el narcotráfico. Ni el más optimista de los libertarios podía imaginarse una victoria en un clima, a priori, tan adverso.
Un peronismo aturdido
El peronismo, que venía gozando con el triunfo pasado en Buenos Aires, quedó atónito por la sorpresa electoral y con muchas horas de silencio hasta que apareció el gobernador bonaerense Axel Kicillof a explicar la derrota y poner un poco de ánimo para el futuro de Fuerza Patria, cuya resultado explicitará las diferencias que se venían solapando desde el triunfo del 7 de septiembre.
Kicillof llamó a seguir militando sin “miedo ni tristeza, ni resignación”, sino con “más trabajo, más militancia, más fuerza”. Y agregó: “Tenemos por mandato popular dos tareas: cuidar y defender a los que sufren, a las víctimas incontables del modelo” de Milei, sostuvo en el búnker de Fuerza Patria.
Pese a la derrota, el peronismo se mantendrá con bloque numeroso, entre 97 y 98 diputados. En términos nominales seguirá siendo la primera minoría en la Cámara baja, pero seguido de cerca por LLA, que sumará 82 diputados propios (el doble de los diputados que tiene hasta diciembre). Pero si se suman los aliados estará a 20 legisladores del quórum propio.
Así, el oficialismo tendrá 82 diputados, que sumados a los 22 legisladores que tendrá el PRO y 6 radicales, tendrá 110 legisladores.
De igual forma, LLA necesitará acuerdos con otros bloques dialoguistas que siempre acompañaron al oficialismo como Innovación Federal que tendrá entre 7 y 8 diputados, Producción y Trabajo que tendrá 3 legisladores e Independencia que tendrá 3 integrantes. Provincias Unidas, en tanto, que sumó 8 bancas, contará con 20 representantes.
