martes, 22 julio, 2025
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Los 70 años del Loco Bielsa: un sistema de valores innegociable que sintetiza mucho más que una obsesión

Portador de valores olvidados, apasionado por la vida, el fútbol, la táctica, el análisis, hizo (y hace) de sus conferencias de prensa clases abiertas en las que formula pensamientos que salen de los lugares comunes y ponen en duda el rol de los medios de comunicación, el poder o el ADN de un juego que estuvo estrechamente ligado con la felicidad de los olvidados

Gustavo Grazioli / Especial para El Ciudadano

Julio de 2020, Leeds United regresa a la máxima categoría del fútbol inglés – la prestigiosa Premier League, “la mejor liga del mundo” – después de 16 años de ausencia. La gesta histórica es posible de la mano de Marcelo Bielsa, un técnico rosarino que se reveló a la tradición familiar de los títulos universitarios para dedicarse a jugar a la pelota. Amado, odiado, sin medias tintas. De estilo batallador ante discursos que postulan más furor por el marketing que por el juego. Una personalidad de principios inquebrantables, con la sensibilidad justa para sobreponerse a los “fracasos” y construir nuevos paradigmas a partir de la derrota. “Es una demostración heroica de cómo el fútbol puede expresar valores de vida. Solo por hacer de ese esfuerzo ético una cruzada hay que sacarse el sombrero”, los describió Jorge Valdano.

Evocar esta efeméride no es más que para recapitular la proeza del equipo inglés, pero también un gran pretexto para recorrer un modo de entrenar, de ver el fútbol y la filosofía de vida de un entrenador, al que, además de “loco” – apodo que lo acompaña desde sus inicios como DT en las inferiores de Newell´s -, también han llamado “obsesivo” y “utópico”. Bielsa trazó una tercera posición dentro del marco teórico de dos escuelas con marca registrada: “Menottismo”, “Bilardismo”. Alrededor del “Bielsismo”, algo que podría asimilarse con estirar los límites de lo esperado, la evolución, la convicción, la ética y un estilo de juego anti atajos, se constituyó una liturgia que generó seguidores y detractores.

Pero la reticencia y la falta de respaldo ante los fraseos de admiración ha profundizado su grado cero en el fatídico capítulo del Mundial Corea – Japón 2002, torneo al que llegaba como uno de los equipos favoritos después de una Eliminatoria ejemplar y se retiraba es primera ronda sin un atisbo de “hazaña”. “Fracaso” ocupó todos los titulares. Junto a “vendehumo”, fue una de las palabras más utilizada para resumir sus ocho años (1998 – 2006) como entrenador de la Albiceleste, ciclo que dejó una medalla dorada en los Juegos Olímpicos Atenas 2004 y el segundo puesto en la Copa América de ese mismo año.

«Noté que ya no tenía energía para continuar”, fueron sus palabras en la conferencia de prensa al renunciar a su cargo en la Selección. “¿No es un poco pobre que mañana, por ejemplo, algunos titulares de los diarios digan que el director técnico se fue porque se quedó sin energía?”, dijo un periodista con sed de conseguir algo que justifique un poco más su decisión. “¿Qué me sugiere que invente?”, preguntó Bielsa. “Un título”, respondió. “Puede ser ‘Grave enfermedad que le resta energía’. Eso sería más efectivo. Yo se lo recomiendo. Si ese es el título mañana del diario, lo compro”, contestó con la dosis justa de sarcasmo.

Por encima del “no ganó nada”, frase con la que se sustenta la falta de empatía hacia su figura, vale mencionar su carácter reivindicativo y formador dentro de un terreno determinante, que suelta la mano de inmediato si no aparecen los éxitos. Su labor construyó una usina de aprendizaje que han continuado ex jugadores que ahora son entrenadores, admirados con la manera de transmitir conocimientos que involucran razones existenciales y una relación distinta con lo que se consideran factores negativos para la competencia.

Ante la presión de un sistema que exige ganar y ganar a cualquier costo porque si no, no se tiene entidad, contrapuso una alternativa filosófica que no parece tan encantadora para la industria de la diversión. “El éxito es deformante. Relaja, engaña, nos vuelve peores, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos. El fracaso es todo lo contrario: es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes”.

Con aciertos y errores, la pedagogía de Bielsa se consagró en el legado de entrenadores que vieron en su obsesión y ética un camino distinto para trabajar dentro del fútbol. “Es el mejor entrenador del mundo”, dijo nada más y nada menos que Pep Guardiola. Su mapa formativo es muy amplio y en el camino los agradecimientos van desde Mauricio Pochettino, Pablo Aimar, Diego Placente, hasta Gerardo Martino, Gabriel Heinze o Hernán Crespo, entre otros. “Los que pasamos por él sabemos que llegamos a sus manos como un jugador y nos fuimos mejores, eso es lo que te deja él”, reconoció Aimar, actual ayudante de Lionel Scaloni.

“El secreto de Bielsa es la capacidad que tiene para lograr un compromiso en el jugador. Sabe llegar, y, aún sin mostrar cariño, se hace querer mucho. Mejora al futbolista, lo hace jugar muy cerca de su mejor versión. Si yo fuera técnico, me gustaría tener al menos algo de esa virtud suya: tiene el don de convencer al jugador. Tiene un mensaje directo para que el jugador entienda qué le conviene y qué no le conviene hacer. Es un hombre simple, aunque la gente no lo vea sí. Propone un diálogo sin vueltas, sin rodeos. Jamás te va a decir ‘te tengo en cuenta’ si no es así. Nunca se maneja con un doble discurso”, dijo Roberto Ayala a La Nación en 2019.

Campeón con Newell´s, gestor del grito guerrero: “¡Newell´s carajo!, coronó con Vélez en el ’98 y escribió las páginas de una historia lateral que contentó otros horizontes a los que el fútbol parecía no acercarle novedades. Al Athletic Bilbao lo hizo jugar las finales de la UEFA Europa League y la Copa del Rey. “A lo loco, a lo loco, a lo loco se vive mejor”, le llegaron a cantar sus hinchas. A Chile lo clasificó a un mundial después de 12 años y lo llevó hasta octavos de final. Su paso por la Roja no fue indiferente. Considerado el padre de la “generación dorada” del fútbol chileno, su pedagogía cambió una estructura de juego que venía desordenada y sin proyecto.

Portador de valores olvidados, apasionado por la vida, el fútbol, la táctica, el análisis, hizo (y hace) de sus conferencias de prensa clases abiertas en las que formula pensamientos que salen de los lugares comunes y ponen en duda el rol de los medios de comunicación, el poder o el ADN de un juego que estuvo estrechamente ligado con la felicidad de los olvidados. “El fútbol que es propiedad popular, esencialmente el fútbol es propiedad popular. ¿Por qué es propiedad popular? Porque los pobres tienen muy poca capacidad de acceso a la felicidad porque no disponen de dinero para comprar felicidad, entonces el fútbol como es gratuito es de origen popular. Ese fútbol, que es una de las pocas cosas que horizontalmente los más pobres mantienen, ya no la tienen más. Porque a los 17 años Endrick se fue, lo mismo el wing del Palmeiras (Estevão Willian)», expuso durante una conferencia de prensa con la selección charrúa, durante la Copa América 2024 que se disputó en Estados Unidos.

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