martes, 15 abril, 2025
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El crimen de «Chicha» Ferreyra, último capítulo en una saga de asesinatos a barrabravas de Central

El crimen de Juan Domingo Ferreyra, un referente de varios años en la hinchada de Rosario Central, se anexó como último eslabón a una serie de casos de barras de peso en la tribuna de Arroyito que fueron asesinados a tiros. De 45 años y conocido como “Chicha”, fue ultimado con tres balazos por al menos dos motociclistas frente a su casa de Ameghino y 1º de Mayo en el barrio La Bajada, al sudeste rosarino. Su asesinato ocurrió cuando aún resuenan los ecos del doble crimen del histórico líder de la barra canalla, Andrés “Pillín” Bracamonte, y su mano derecha, Raúl “Rana” Attardo, cometido cinco meses antes. La investigación del asesinato de este sábado intenta desentrañar si está ligado a reacomodamientos en el paravalanchas tras la caída de Pillín.

Con el crimen de Chicha suman seis los asesinatos resonantes, con sesgo mafioso, de referentes en la tribuna acribillados en los últimos nueve años. Casos aún no aclarados en los que las internas ligadas a la barra se erigieron como hipótesis privilegiadas. Ferreyra fue asesinado el sábado a la noche por dos personas que pasaron en moto frente a su casa de Ameghino al 500 y abrieron fuego contra él, que estaba frente a la puerta, con un arma de un calibre aún no precisado. Herido con dos balazos en un pómulo y otro en el abdomen, el hincha murió en el lugar, tirado en el piso de la cocina.

Según fuentes de la investigación, Chicha tenía vínculos desde desde hacía dos décadas con la barra de Central y llegada directa a Pillín, quien lideró la hinchada por un cuarto de siglo. El fiscal de Homicidios Luis Schiappa Pietra investiga si el trasfondo del crimen está conectado con la barra, aún sacudida por la pérdida de su jefe histórico.

“Pillín” y “Rana”: una emboscada con ejecutores desconocidos

“Pillín” Bracamonte y “Rana” Attardo —número dos en la barra, empleado del Hospital Centenario y delegado de UPCN— fueron ejecutados la noche del 9 de noviembre pasado al ser emboscados tras un partido de Central en el Gigante de Arroyito. En medio de un corte de luz, dos gatilleros desconocidos que se acercaron caminando los atacaron a tiros cuando estaban en una camioneta Chevrolet S10 en la esquina de Arroyito y Reconquista.

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Por el doble homicidio fueron imputados dos presuntos integrantes de la banda narco Los Menores —a la que el propio Pillín acusaba de querer desbancarlo—, como partícipes necesarios. Los acusaron de acercar a los atacantes a la escena del crimen en una camioneta Citroën Air Cross. La pesquisa precisó que, luego, los sicarios huyeron del lugar en una moto Honda Twister donde los esperaba otro cómplice.

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Otro barra asesinado: Samuel «Gordo Samu» Medina, cuando posaba ostentando armas junto al trapero Zaramay.

Otros tres integrantes de la barra fueron acusados por la desaparición de una riñonera de Attardo que, entre otras pertenencias, contenía su celular. Entre los sospechosos figura una hija de Julio César “Tito” o “Cara de Goma” Navarro, otro histórico ladero de Pillín asesinado en 2016. Aún con cinco imputados, se desconocen en la causa los autores materiales e intelectuales del doble crimen.

“Gordo” Samu, el yerno de “Guille” Cantero que posó con Zaramay

Un mes antes del doble crimen, el 1º de octubre del año pasado, Samuel “Gordo Samu” Medina fue asesinado. Tenía 24 años y era yerno de Máximo Ariel «Guille» Cantero, condenado como líder de la banda de Los Monos. Cercano desde chico a la familia Cantero, era hincha de Central y se lo consideraba parte de la nueva generación de la organización de zona sur. Tenía una condena a 2 años de prisión condicional por haber sido identificado como uno de los jóvenes que en enero de 2021 posó con el músico Zaramay manipulando armas de guerra.

En dos imágenes tiene la cara parcialmente cubierta por una remera y posa con armas: una pistola 9 milímetros en una y en otra una ametralladora. A su lado, además del artista, está Uriel Luciano «Lucho» Cantero, hijo del asesinado líder de Los Monos, Claudio «Pájaro» Cantero. Las fotos corresponden a una publicación que el trapero había hecho en sus redes sociales en enero de 2021, tal vez sin saber que le costaría una imputación por intimidación pública y un mes de prisión preventiva.

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Según la reconstrucción del ataque, Medina volvía de un partido en el Gigante en un Volkswagen Polo color blanco junto a un familiar de 18 años cuando una moto se les puso a la par y un gatillero comenzó a disparar con una ametralladora. Fue en la intersección de la colectora Juan Pablo II y José María Fernández, cerca de la casa de la madre de la víctima. Al menos 16 balazos dieron en Medina, quien murió en el acto, mientras que al otro chico un disparo le rozó el brazo.

Dentro del auto se encontraron 35 mil pesos, una cadena y unos anillos de oro y dos entradas para el partido que hacía pocas horas Rosario Central le había ganado a Vélez Sársfield en Arroyito. Las primeras versiones sobre el crimen indicaron que ocurrió en el marco de un conflicto con la barra brava. Según esas referencias, el joven era parte de un grupo de hinchas que buscaba ganar poder en el paravalanchas. Un rumor lo ligaba a un ataque a tiros al que había sobrevivido Pillín el 10 de agosto tras un clásico.

Semanas más tarde, un mensaje apareció en una bandera en la tribuna de Central: “No respetamos a nadie”. Fue colgada en un momento en que unas bombas de estruendo arrojadas desde la hinchada demoraban el partido contra Banfield. El trapo fue exhibido por barras que tenían puestas remeras con la leyenda “Samu presente”.

El “Gringo” Visconti, un expreso federal acribillado en una banquina

Más lejos en el tiempo y con claros signos de haber sido una venganza, el 31 de mayo de 2016 fue acribillado Mario “Gringo” Visconti, un ex integrante de la barra de Central que había estado preso en una causa por drogas. Su cuerpo apareció rociado a tiros en un camino de Ybarlucea.

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La escena del crimen del «Gringo» Visconti, un barra de Central acribillado en un camino de tierra de Ybarlucea.

Sebastián Suárez Meccia

El llamado de un vecino a las 22 de aquel martes alertó sobre varios disparos en la zona de Avenida de Los Incas, una ancha calle de tierra semirrural lindera el cementerio jardín de Ybarlucea, a unos 800 metros al oeste de la ruta nacional 34. Allí encontraron al Gringo, de 37 años, tendido boca abajo con nueve heridas de bala: ocho impactos con entrada y salida y un balazo con entrada solamente. Junto al cuerpo, siete vainas calibre 9 milímetros y algunos plomos deformados. Se constató que a Visconti no le robaron nada y entre sus ropas se encontró su billetera y su celular.

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Visconti supo acompañar a Bracamonte en la tribuna. Tenía algunos antecedentes por apuestas, amenazas, lesiones y encubrimiento. En 2011 había sido detenido en la zona noroeste con algunos gramos de drogas en su poder. Si bien fue sobreseído, en 2013 volvió a ser detenido por narcomenudeo en una estación de servicios cercana a su casa; delito por el que cumplió una condena a 3 años de prisión en la cárcel federal de Villa Devoto. Había recuperado la libertad algunos meses antes del crimen.

“Cara de Goma” Navarro, de colectivero a mano derecha de Pillín

Ocho días antes, en otro crimen con tinte mafioso había sido asesinado “Cara de Goma”, por entonces principal ladero de Pillín. El 25 de mayo de ese año fue asesinado frente a su casa de Tarragona y Schweitzer, en el barrio 7 de Septiembre, con varios disparos, uno al tórax. Julio César Navarro tenía 52 años. Estaba casado y tenía 5 hijos. Fue delegado de la Asociación de Obreros del Transporte Automotor (Aota) hasta mediados de 2015, cuando renunció a su trabajo como chofer de colectivos en la línea 35/9 de la empresa Rosario Bus.

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Desde 2001 fue la mano derecha de «Pillín». Una semana antes lo había acompañado en un viaje a Medellín y fue uno de los hinchas argentinos a los que no les permitieron el ingreso a Sudáfrica en 2010 con motivo del mundial de fútbol.

Por la cercanía temporal, desde aquel momento se especuló con que los crímenes de Cara de Goma y el Gringo estaban conectados. Una hipótesis que circuló entonces fue que los ataques podían estar ligados a disputas por la venta de drogas en la zona noroeste. Aunque las internas en la barra se impusieron como presunto móvil a la hora de las especulaciones y también se dijo que el crimen de Navarro fue un ajuste por la muerte de Cara de Goma.

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