Miguel Passarini
Hace un tiempo, en una de sus visitas a la ciudad, el dramaturgo, director y gran maestro del teatro argentino contemporáneo Mauricio Kartun planteaba: “En este momento, el gran desafío es cuerpo versus corporación”. Allí apelaba al gran paradigma que el cuerpo es para el teatro donde, como en el suyo, lo poético y lo político se resignifican a través de mitos populares y revisiones de clásicos, como pasa con La vis cómica, obra con la que el jueves 11 de septiembre se presenta en el Teatro Municipal La Comedia, en el marco de En Obra. Ciclo de teatro de otras latitudes, que lleva adelante el quipo rosarino de La Comedia de Hacer Arte con la finalidad de terminar de construir su primer espacio propio en el corazón de barrio Echesortu.
Volver a Cervantes
“La inefable Compañía Teatral de Angulo el Malo desembarca en la Buenos Ayres virreinal embarrada y contrabandista, buscando nuevas plazas para su repertorio. Pero no hay corral de comedias en la ciudad, la plaza no es pública y otro elenco de indecorosos improvisados acapara la tolerancia del Cabildo. Los artistas en las entretelas piojosas de una corte de oropel. Todo en cinco jornadas y contado por un perro dramaturgo”, escribe Kartun sobre La vis cómica haciendo alusión a eso que tienen o no tienen las y los actores en su capacidad de producir comicidad, de hacer reír naturalmente.
Mauricio Kartun toma del clásico El Quijote a la funambulesca compañía y a su director Angulo. Y de las comedias ejemplares cervantinas a Berganza, su perro farandulero, para mirar a través ese vínculo a menudo ruinoso entre los artistas y el poder.
Estrenado en 2019 con diversas temporadas, escenarios y premios, el notable elenco está integrado por Horacio Roca, Luis Campos, Eduardo Cutuli y Stella Galazzi, con diseño de sonido de Eliana Liuni, diseño de iluminación de Leandra Rodríguez, diseño de escenografía y vestuario de Gabriela Aurora Fernández, asistencia artística y de producción de Malena Bernardi y dirección general de Mauricio Kartun.
Ganadora de cuatro Premios ACE, a mejor autor argentino, mejor actor y actriz de comedia y mejor diseño de iluminación, la obra representó a la Argentina en el Festival Iberoamericano del Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid, en el Festival Internacional de la Cultura de Boyacá, Colombia (2023), y en la temporada Internacional del Teatro Solís de Montevideo, Uruguay (2023), además de ser parte de la programación del FIBA 2020.
El autor de Chau Misterix, El Partener, La casita de los viejos, Sacco y Vanzetti, El niño argentino, La Madonnita, Ala de criados, Salomé de chacra, Terrenal, La vis cómica y también de la reciente novela Salo Solo, el patrullero del amor, entre muchas otras piezas y ensayos, comenzó hace poco más de 20 años a dirigir sus propias obras, seducido por la potencialidad de los maravillosos actores y actrices con los que suele trabajar, y dispuesto a romper con la literalidad imperante.
Así Kartun le devolvió a la escena argentina algo mágico y único, donde el lenguaje aparece fuertemente atravesado por las paradojas de la actuación, por el poder del gesto y la palabra, por los detalles, los signos y, sobre todo, por una saludable cuota de sorpresa y disparate que transitan sus obras, como pasa con La vis cómica, un universo que al mismo tiempo que remite a lo clásico tiene una fuerte resonancia contemporánea.
“El actor poeta es aquel que produce sentido poético con su cuerpo, no sólo de ser verdadero, sino de tener un cuerpo que sea capaz de transformarse. Creo en esa forma ancestral del actor. En la medida en que las maquinarias de la corporación sean capaces de crear avatares sorprendentes no hay nada más maravilloso que un cuerpo con habilidades sorprendentes. Cuerpo versus corporación, esa es la batalla. El narcisismo del artista es inevitable, pero a veces hay que ponerlo en suspenso. La comicidad de La vis cómica está en reírnos del narcisismo nuestro. El artista debe mesurar su narcisismo”, expresó el artista.
Realidad y utopía
—En principio, qué sentís que tiene «El Quijote» que nos sigue interpelando en su afán de poner en discusión realidad y utopía, algo que en el presente se vuelve tan poderoso y necesario.
—Creo que ofrece un mito que aplica a nuestras realidades en ese raro fenómeno humano de la inteligencia narrativa, la capacidad de entendernos a través de parábolas que dicen más que nuestros conceptos. Y el humor, que cuando no se domestica, como este salvaje de Cervantes, sigue produciendo ese fenómeno cotidiano e inexplicable de que nos ataque la risa. En el caso de mi obra, las imágenes las detonó otro texto suyo, El coloquio de los perros, pero descubrí enseguida que uno de los personajes allí aludidos, el cómico Angulo El Malo, era mencionado también en El Quijote y lo rastree allí. Personaje inefable…
—La obra se propone, con una mirada corrosiva y a tu estilo, revisar “el vínculo a menudo ruinoso entre los artistas y el poder”. Pienso que se estrenó en 2019, y más allá de que siempre fue “ruidoso” ese vínculo, adquiere ahora una relevancia descomunal por todo lo que está pasando en ese sentido.
—Sí. Es singular cómo la recepción desde la platea cambia en estos días en algunos pasajes, y en algunos parlamentos, que resuenan contra la realidad y parecen comentarla. Y hasta aparece la sospecha ingenua en algún espectador de que el texto pudiese haber sido manipulado para que hable de temas del día. Me había pasado ya algo similar con mi obra Terrenal.
—En ese punto, muchas veces tengo la sensación de que el teatro tiene la capacidad de captar algo del futuro inminente, algo de un latir que quizás no percibimos ¿Qué pensás de eso?
—Es en parte aquella vieja frase de que arte que se adelanta al tiempo. Lo que pasa es que los olores de la comida llegan a la calle siempre, e inevitablemente, antes que la comida (risas). Más allá de que los creadores trabajamos con los olores de la realidad; el propio fenómeno de lo figurado, lo que produce la cabeza del espectador con las metáforas y otras figuras, ayuda a construir esa proyección. Algo que para ventura de los artistas ninguna IA podría construir.
—Siempre en tus obras hay una intención de revisar el pasado para entender o poner un poco más de luz en el presente, al mismo tiempo que un artista descubre en gran medida su obra una vez que la concreta y la confronta, como pasa con el teatro ¿Qué hallazgos o descubrimientos te permitió escribir, ensayar, estrenar y sostener en el tiempo “La vis cómica”?
—Ir al pasado no deja de ser un “yeite”. Es la chance de inventar un lenguaje que nadie puede invalidar porque nadie conoce el original como para comparar (risas). Y un verosímil de costumbres que nos dan la misma libertad de inventiva. Más allá de eso, en el caso de La vis cómica, y pensando en que cada espectáculo es para un creador un campo de experimentación sobre nuevos recursos, encuentro acá algunos experimentos felices con la narración que apliqué luego a mis últimas escrituras. El trabajo más franco sin cuarta pared. Estos años coinciden con una producción mía en narrativa que nunca antes había tenido y que seguramente hacen también lo suyo en el bocho.
—Cómo transitás, siendo artista, esta distopía que estamos viviendo como país, un tiempo tan aciago que muchas veces nos lleva a preguntarnos: “¿Cómo llegamos hasta acá?”, algo que seguramente te pasa o te pasó.
—El teatro sigue siendo una rara referencia metafórica para la sociedad. Desde aquello del “Theatrum mundi” que utilizó la religión hasta modelos mucho más banales. No puedo dejar de mirar esta realidad política nacional desde el modelo aquel del esperpento del que hablaba Valle Inclán. “La realidad vista en un espejo deformante”, así definía él a su género. Recuerdo de mi infancia esos espejos en unos jueguitos del Parque Retiro, el antecedente del ItalPark. Estaban en un galpón al que llamaban “El Palacio de la Risa”. La deformación de la realidad, de la realidad de los cuerpos, volvía todo grotesco. Valle Inclán decía en una de sus obras que España era “una deformación grotesca de la civilización europea”. Siento que Argentina está hoy en la entrada colorinche de “El Palacio de la Risa”.
Para agendar
En el marco de En Obra. Ciclo de teatro de otras latitudes, llega a Rosario La vis cómica, con dramaturgia y dirección de Mauricio Kartun, que se presentará el jueves 11 de septiembre, a partir de las 20, en el Teatro Municipal La Comedia (Mitre y Ricardone) donde se venden las entradas en horarios habituales o bien de forma online ACA.