jueves, 6 noviembre, 2025
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La imagen liberada: de la mano de Chiqui González, un viaje extraordinario a los confines de la imaginación y la creatividad

Miguel Passarini

Hay una frase de Einstein que encierra un enigma y una verdad insoslayable. En algún momento, el físico alemán planteó: “Sólo la creatividad es más importante que el conocimiento”, aunque en realidad es una reinterpretación de una frase más extensa y compleja. Supuestamente, habría dicho: “La imaginación es más importante que el conocimiento, porque el conocimiento es limitado, mientras que la imaginación abarca el mundo entero”.

Algo de esa imaginación que abarca un mundo entero que es el suyo, vasto, diverso, plural, interdisciplinario, único, detallado, despampanante, pero al mismo tiempo con un conocimiento desbordante que mezcla en dosis acertadas artes y ciencias, edifica el imaginario de María de los Ángeles Chiqui González, o La Chiqui (Rosario, 1948).

Chiqui Gonzáles, una artista que encontró su mundo en los cruces de lenguajes que sostienen como dos grandes cimientos su formación académica y sus tránsitos empíricos tomando al cuerpo como gran paradigma, es una mujer corrida de los lugares comunes, una mujer renacentista entre el siglo XX y el XXI que es la voz de La imagen liberada, flamante e imperdible libro de la Colección Voces de Eudeba, que la artista, docente y ex Ministra de Cultura de la provincia de Santa Fe, entre muchísimas otras cosas, firma conjuntamente con los realizadores Diego Sabanés (adaptación y notas) y Federico Godfrid (coordinación), que alguna vez fueron sus alumnos, que la amaron y admiraron como tantos, y que con este libro le tributan un merecido homenaje al tiempo que ofrecen un valioso ejercicio intelectual para todos aquellos que lo lean.

En ciernes, el libro es el montaje imbricado, reescrito, aumentado y dosificado, de infinidad de sus ya legendarias clases que fueron registradas y desgravadas por un profuso equipo de trabajo, ofrecidas por Chiqui González a lo largo de más de 25 años del dictado de las materias “Teoría y estética de los medios” y “Dirección de actores” de la carrera Diseño de Imagen y Sonido de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA).

Dice la editorial sobre el libro, acertadamente: “Durante más de veinticinco años, Chiqui González compartió con sus estudiantes un ritual de enseñanza y aprendizaje que, como ocurre en las ceremonias eficaces, dejaba a todo el mundo transformado. Sus clases eran una reflexión profunda y constante sobre la génesis de los procesos creativos que constituían en sí mismas puestas en escena, obras performáticas o secuencias cinematográficas. En este libro, sus discípulos reunieron las desgrabaciones de horas y horas de dictado de la materia «Teoría y estética de los medios» para preservar esa palabra que en su época de aprendices los interpeló para configurar su propio mecanismo de creación”.

Lo más bello y generoso de La imagen liberada es que es un libro que al mismo tiempo que es un hallazgo tras otro, no se guarda nada: abre el juego al lector, al que desafía en su propia sensibilidad artística, y lo involucra en su edificante maremagnum para entender que el arte siempre es el resultado de conectar de modo sensible los mundos de las ficciones propias con el presente de la creación, donde juega un papel fundamental el imaginario que, por acción u omisión, se puede reconstruir a través de lo que quedó latiendo de esa patria de la infancia, acaso la mayor preocupación de la también docente y directora de teatro que en Rosario marcó a fuego a toda una generación.

Dividido en una veintena de espacios o momentos porque no se trataría de capítulos al menos de los convencionales o en un sentido formal, que son presentados por una serie de “puertas” de entrada que habilitan las palabras de otros pensadores y artistas y de este modo dialogan acerca de un sinfín de mecanismos, ideas o formas vinculados con la creación dramática, un sillón rojo en un lugar inusual, visto en la calle siendo una niña, caminando de la mano con su madre, es el puntapié inicial que se vuelve una fuga incesante, un devenir expectante y permanente.

Plagado de relatos y experiencias propias que al mismo tiempo son clases magistrales, porque Chiqui entiende lo propio como algo que acontece en el campo de lo colectivo y en sí mismas se vuelven un hermoso aprendizaje, hay en el libro momentos que evocan ficciones o dan las pistas para que éstas surjan en un territorio propio, como pasa con “Dos mujeres cenan solas. Un juego con imágenes”, la descripción vívida, diálogo mediante, de transformar experiencias en imágenes donde la poesía fluye como agua al tiempo que revela un modo de acercar conocimiento tan desafiante como magnífico.

Pero también, la potencialidad de construir sentido, las lógicas de las metáforas y la metonimia como figuras retóricas en el campo del cine, el poder de los imaginarios sociales a la hora de la creación o la búsqueda (las herramientas para el hallazgo) de una poética propia y personal entre más puertas y ventanas que se abren todo el tiempo e invitan a pasar y a quedarse.

Todo ese mundo es, al mismo tiempo, una biografía informal de Chiqui González, un mapa de momentos de una belleza, un poder y una generosidad infrecuentes, que recorren los entretelones de una mujer y sus vínculos. Pero sobre todo, una biografía atípica, desplazada, plagadas de destellos de un conocimiento edificado al calor de la multiplicidad y la sensibilidad.

La lectura de La imagen liberada es además, y por encima de muchas otras cosas, el abordaje iluminado de una idea de libertad real, elocuente, saludable, tangible, en un tiempo donde la derecha se apropió de ese concepto para desvirtuarle el sentido y ocultarlo en un cono de sombra.

Para agendar

La imagen liberada tendrá una nueva presentación este jueves 7 de agosto, a partir de las 18, en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR (Entre Ríos 758), con entrada libre y gratuita. Participarán en la actividad María de los Ángeles Chiqui González, declarada allí el año pasado Doctora Honoris Causa; el licenciado Luis Quevedo (Eudeba), la doctora Sandra Valdettaro y el licenciado Leandro Arteaga, con la coordinación de la licenciada Marcela Valdata.

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