Un joven detenido al volante de un auto robado que había sido usado poco antes para matar al proveedor de carne Claudio Ariel Ramírez fue condenado a 20 años de prisión como coautor del crimen; un ataque con quince tiros de trasfondo no aclarado, cometido en un centro comercial de la zona sudoeste junto a otros dos cómplices que lograron escapar.
El carnicero de 49 años fue asesinado delante de su esposa y su hija de 15 años cuando iba a realizar una cobranza en el centro comercial de Sánchez de Thompson 48. Los atacantes llegaron al lugar en un auto robado, al menos uno de ellos descendió y dispararon 23 plomos calibre 9 milímetros en la escena. Antes de partir arrojaron una nota que no fue recuperada.
El único acusado que llegó a juicio es Damián Agustín Coronel, de 26 años. Los jueces Ismael Manfrín, Gonzalo López Quintana y Valeria Pedrana lo condenaron este miércoles a 20 años de prisión como coautor de un homicidio agravado por el uso de arma de fuego. En el mismo fallo lo absolvieron por la duda respecto a la portación del arma. Si bien habrá que esperar los fundamentos del tribunal para conocer las razones, esto se debería a que no llevaba un arma cuando fue detenido por la policía tras una persecución al Chevrolet Corsa usado en el ataque.
Este auto había sido robado dos días antes del crimen en la zona de la comisaría 26ª de Villa Gobernador Gálvez, donde el joven residía. Por eso sumó a la condena el delito de encubrimiento agravado por ánimo de lucro en carácter de coautor. El fiscal Alejandro Ferlazzo había pedido una pena de 30 años de prisión. “Entendemos que es buena la condena pero vamos a esperar los fundamentos para evaluarla”, dijo. Según indicó, la familia se manifestó conforme con el fallo.
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Tiros en el centro comercial
El crimen ocurrió el 17 de agosto de 2022 en el llamado Paseo Sánchez de Thompson, unos veinte locales desplegados en las plantas bajas de los núcleos 5 y 6 de los monoblocks. Ramírez, quien vivía en el Fonavi de Rouillón y bulevar Seguí, iba a realizar una cobranza en el supermercado “El Progreso”. Llegó alrededor de las 20.15, estacionó su auto en el que quedó su familia y cuando estaba a cinco metros del negocio una ráfaga de disparos lo fulminó.
El repartidor cayó sin vida a dos metros de uno de los primeros Centros Territoriales de Denuncias (CTD), inaugurado en la época en que el complejo de Grandoli y Gutiérrez era blanco de usurpaciones y amenazas por disputas entre las bandas de Alexis Caminos y Ariel “Tuby” Segovia contra René “El Brujo” Ungaro y el clan Funes.
En un primer momento circuló la versión de que el repartidor había quedado en medio de un tiroteo entre dos bandas, lo cual luego se descartó. Testimonios, el registro de una cámara de vigilancia y la mecánica del ataque pronto revelaron que se trató de un ataque directo. Los atacantes descargaron 23 tiros, de los cuales quince alcanzaron al repartidor. Quien murió allí mismo a la vista de su familia a causa de una hemorragia masiva de tórax por heridas de arma de fuego.
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“Yo lo conozco desde hace años. Nosotros tenemos el negocio ahí. Él nos traía la carne y venía a cobrar como la hacía siempre, pero no es de acá, no tiene nada que ver con nada ni con nadie. Bajó del auto en el que quedaron la mujer y la hija. Hizo unos pasos para ir a nuestro negocio y se armó una balacera”, contó entonces a La Capital una hija de los dueños del súper, cuando aún se imponía la versión del tiroteo.
Un móvil no aclarado
Luego se constató, al observar las filmaciones, que los agresores arrojaron una nota que no se pudo recuperar porque en el tumulto, en medio de la conmoción, la pisotearon y se perdió. Una semana del crimen después, a un amigo que trabajaba en el mismo rubro como proveedor de carne le dejaron una nota diciendo que “si compraba carne por izquierda” le iba a pasar lo mismo que a Ariel, lo que parecía relacionar esa actividad comercial con la motivación del crimen.
Sin embargo, ese trasfondo fue investigado y no se advirtieron situaciones irregulares. Por lo que el móvil del asesinato no fue aclarado.
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Coronel, en tanto, fue detenido minutos más tarde. Los vecinos avisaron a la policía que los atacantes habían escapado en un Chevrolet Corsa verde. Minutos después, una patrulla policial ubicó el vehículo en 27 de Febrero y Rouillón. Allí comenzó una persecución que terminó en Guatemala y Bemporat, en el barrio Belgrano Sur, donde sus tres ocupantes dejaron el vehículo y escaparon corriendo.
El conductor de entonces 23 años fue atrapado tras descender del auto. No portaba armas. Dijo que él sólo conducía el auto y que dispararon quienes lo acompañaban. Con las pruebas que se discutieron en el juicio en los últimos días en el Centro de Justicia Penal, este miércoles fue considerado coautor del homicidio.