domingo, 29 junio, 2025
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Un solo latido. Un documental sobre Luisa Córica y el accionar de la CNU

En los años previos a la dictadura cívico-militar se vivieron violentos choques políticos: tras el ascenso obrero y popular expresado en semi insurrecciones como el Cordobazo, comenzó a planearse una reacción imperialista sangrienta. Mientras aún sobrevivían libertades democráticas, el Estado empolló grupos parapoliciales, como la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU), para cazar activistas y militantes. Para contar la historia de ese período, el director Pedro Benito se enfoca en Luisa Córica: una mujer, estudiante, trabajadora, madre y militante. Desde Periodismo de Izquierda entrevistamos a Pedro para conocer más sobre esta valiosa obra:

L.A: Contanos quién era y por qué decidiste contar la historia de Luisa.

P.B: Luisa Córica era una mujer que en los años 70 trabajaba en el hipódromo, tiene una militancia en la tendencia revolucionaria del peronismo como estudiante de filosofía en la facultad de humanidades, vinculada a la JUP.

Ella termina el secundario de grande. Es una mujer separada que de algún modo es un prototipo de ciertas personalidades, de la militancia de los años 70. Me parecía una historia que podía reflejar en parte a esa generación por estas características.

Ella entra a trabajar al hipódromo y se organiza sindicalmente. La coyuntura de esos años es del ascenso de Calabró donde se termina de afirmar toda la ofensiva derechista-peronista. Se da el fenómeno de que el grupo parapolicial de la CNU es incorporado como patota de su gobierno para reprimir determinados conflictos. En ese marco ella es una víctima, entre varios trabajadores, activistas y familias relacionados al hipódromo que son asesinados.

En principio mi idea era contar todas las historias de los compañeros y compañeras víctimas de la CNU en el hipódromo, pero a partir de las decisiones de guion y decisiones narrativas decidimos que la figura de Luisa reunía ciertas características que nos parecía que podían ser atractivas. Además de las que mencioné, ella había sido actriz en “Boquitas pintadas”.

Luisa actuando en “Boquitas pintadas”.

L.A: El periodo histórico en el que se sitúa el documental sufre hoy de un doble negacionismo: por parte de la ultraderecha y también de instituciones que, reconociendo el terrorismo de Estado desde el año ‘76, se resisten a definirlo como tal previo al golpe ¿Esto representó desafíos a la hora de pensar y realizar el documental?

P.B: Sí, claramente. Yo trabajo con estos temas desde hace años, desde la parte institucional soy trabajador estatal, laburo hace 20 años en derechos humanos, en la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia; y también a nivel personal, por la militancia, por interés. Tengo formación en Historia y siempre es un tema que me interesó y sin duda que, como vos decís, la construcción memorial ha hecho centralmente hincapié en el 24 de marzo del ‘76 como un punto de arranque, de inicio. Y lo previo es un tema mucho más solapado y significa un desafío porque es una memoria más a contrapelo y es una memoria tensionante para el peronismo y la figura de Perón.

Por supuesto que no soy el primero. Muchísimos compañeros han hecho producciones alrededor de esto. Sin embargo, es un tema que no está libre de esas tensiones que vos señalas. Y, en particular en la ciudad de La Plata, la organización de la CNU me generó un interés para poder pensar la aparición de organizaciones fascistas, más allá de las características singulares de la CNU en ese momento histórico, para poder pensar cómo surge una organización fascista en el marco de lo que estamos viviendo en los últimos años con la aparición de las extremas derechas, que es un fenómeno a nivel mundial. Y en la Argentina, una expresión cabal es Milei y algunos grupos que lo apuntalan.

Vuelvo a mi interés por la CNU: es una organización sui generis de acá, que en un principio fue una organización civil de debate intelectual de extrema derecha y termina 10 años después -en la coyuntura del ‘74 con la agudización de la lucha de clases y con la ofensiva represora de la burguesía y sectores del peronismo- actuando como un grupo parapolicial.

Este es el punto más sensible para el peronismo de La Plata porque la CNU estaba integrada por personas con las que convivían, asesinando a sangre fría a gente que conocían. Y 10 años después con la reapertura democrática se dio la convivencia dentro del Partido Justicialista con esos mismos elementos criminales que habían actuado en la CNU. Al punto tal que por la 8° sección electoral terminaron trabajando en las cámaras de diputados y senadores bonaerenses figuras como [Juan José] Pomares, [Antonio Agustín] Jesús, y [Ricardo] “Richard” Calvo, en el bloque del peronista Frente para la Victoria.

Es muy necesario seguir denunciando esto por más que les resulte incómodo a muchos lo que significó el retorno de Perón y el rol que cumplió en la ofensiva contrarrevolucionaria; como también la continuidad de estos personajes con total impunidad [durante la democracia]. También es bueno para valorizar los procesos de avance que desarrollamos tanto los familiares, las víctimas, los organismos de derechos humanos, la gente que dentro del peronismo ha peleado para que se termine con esa impunidad y haya castigo.

Por eso rescatamos en la película el proceso abierto a partir del 2011 donde empieza una serie de denuncias públicas en el diario Miradas al sur, lo que logra toda una instalación pública de esos crímenes. En ese proceso son sacados [los ex integrantes de la CNU] de la Cámara de Diputados de una manera decorosa para evitar el escándalo y años después se llega a una sola condena, la del “Indio” Castillo, la absolución de Pomares, que es un hombre más vinculado al peronismo de La Plata en el año 2017.

Portada del poemario de Luisa Córica

L.A: Tomando un aspecto de lo que decías en relación al surgimiento de la CNU, podríamos decir que los grupos fascistas no despliegan todas sus características desde sus inicios. Un aprendizaje para pensar el presente ¿Qué esperas que genere el documental?

P.B: Hay cosas que uno no maneja tan conscientemente. En mí había una cosa muy instintiva: la necesidad de llevar esta idea adelante, a veces, sin tener tan claro el impacto.

Mi expectativa es que se difunda y que se conozca una historia del ‘73-76 un poco opacada.

El día de la presentación, que fue en Bellas Artes, había mucha gente y cada presentación en sí misma supera la película como disparador. Había mucha gente de la generación del ‘70 vinculada al peronismo también. Era consciente de que eso era un tema espinoso y se confirmó de algún modo. La expectativa es que la película pueda circular y que pueda ser debatida y que sirva de algún modo para ampliar el conocimiento y la difusión de la historia.

La pienso también como una apertura. ¿Qué más puedo conocer? Es una película, tiene un formato, tiene una duración y no explica todo. Por supuesto, yo vengo de la Historia y uno trata en general de explicar, de conceptualizar y al ser un documental es un desafío decidir cuánto hay que subrayar, cuánto hay que explicar para que eso no vaya en detrimento de la cadencia de la película.

Presentación de la película en la Facultad de Artes de la UNLP. Foto: Gabriela Hernández

L.A: En estos tiempos de ultraderecha, de polarización, de remake negacionista ¿Qué aspectos de la vida y la militancia de Luisa rescatarías?

P.B: Pienso a Luisa como parte de esa generación que se abrió con el Cordobazo, una generación que se involucró en la lucha gremial, estudiantil, con un carácter clasista que cuestionó el sistema imperante. Si uno mira el panorama de los ‘60, ‘70, las luchas anticoloniales, todo un mundo donde había un fuerte cuestionamiento al capitalismo, donde se hablaba del socialismo en sus distintos aspectos.

Entonces, me interesa poner eso sobre la mesa, que hoy parece muy de côte para algunos sectores. En realidad, muchos perdieron la vida en este desafío.

Estos 50 años que han pasado confirman los puntos de vista que tenían estos compañeros mucho más agudizados. Un mundo hoy, con la guerra imperialista en Palestina, pero con una desigualdad muchísimo mayor y más bestial que la de los años ‘60 y ‘70. Y de algún modo, yo considero que esta ultraderecha es la forma superior del capitalismo. No lo veo como una excepción, sino lo que la acumulación capitalista necesita hoy para seguir imponiéndose.

Andrea Suárez Córica y Pedro Benito. Foto: Gabriela Hernández

L.A: ¿Tenés algo que te haya quedado para decir?

P.B: La película en un buen punto tenía su origen en la investigación, en denunciar a la CNU, que tiene que ver con el terror, con el crimen. Y el encuentro con Andrea, que es la hija de Luisa, y la transmisión de la vida de Luisa. Yo digo que de algún modo la película refleja también la universalidad que tiene el amor de una hija hacia una madre y la película está atravesada por una pulsión de vida. Es reconstruir esa vida de Luisa, a pesar que partimos sabiendo el final que tuvo su vida.

Pero la puesta es esa: recuperar la vida, la actividad y la militancia. Que no nos quedemos en la reconstrucción del terror y del miedo.

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