Las imágenes eran estremecedoras, pero los resultados del peritaje dejaron en claro que no hubo lugar para dudas. Laura Leguizamón mató a su esposo Adrián Seltzer y a sus hijos Ian e Ivo con una frialdad que todavía impacta. La carta que dejó en la cocina fue analizada por peritos calígrafos. Ellos confirmaron que la letra era suya y que el texto se escribió entre la noche del 21 y la mañana del 22 de mayo.
Los peritos utilizaron cuadernos de los chicos, libretas del matrimonio y formularios de organismos públicos para hacer la comparación. «Las frases eran confusas, pero la escritura coincidía en forma y presión», dijeron fuentes judiciales. La nota tenía expresiones como “Los amo”, “Lo siento” y “Con lo que iban a pasar, todo mal, muy perverso”. Según los expertos, esas palabras reflejaron un estado de alteración psíquica grave.
Las autopsias revelaron un nivel de violencia impactante. Seltzer recibió tres puñaladas mientras dormía. Ian e Ivo fueron atacados con otro cuchillo, uno con mango de madera, que se halló del lado de la cama de Leguizamón. A uno de los chicos lo apuñaló en la cara, la espalda y la nuca. El otro tenía heridas en el pecho y en la espalda.
El crimen salió a la luz cuando la empleada doméstica entró al departamento y vio uno de los cuerpos en la cocina. De inmediato llamó a la policía. El hallazgo de los pies limpios de Seltzer descartó que él fuera el autor del hecho. Las manchas de sangre y las huellas en los cuchillos llevaron directo a Leguizamón. Ella fue encontrada sin vida en el baño, con heridas en el pecho y en las muñecas.
QUÉ ENFERMEDAD SUFRÍA LAURA LEGUIZAMÓN
Según su psiquiatra, Laura sufría una patología diagnosticada hacía años. En algún momento dejó el tratamiento y comenzó a tener delirios que construían una realidad paralela. “Creía que todos iban a sufrir algo peor”, explicó un amigo de la familia. Los médicos que la atendieron ya declararon en la causa. Por ahora, el fiscal César Troncoso no imputó a nadie.
En el barrio todavía no lo pueden creer. “Era una mamá amorosa, nunca lo hubiéramos imaginado”, dijo una vecina. La tragedia dejó una carta, dos cuchillos y una escena que marcó para siempre a los que estuvieron allí. El expediente sigue abierto, pero la verdad, según los peritos, ya quedó escrita en tinta y sangre.