En octubre de 2021, la mañana en la que un allanamiento había ido a buscarlo a su casa en un country cercano a Rosario, había logrado escapar por minutos. Estaba en su auto viajando a la cueva que administraba en Ovidio Lagos al 400, en el macrocentro rosarino, cuando supo que también le estaban allanando la oficina y que todos los socios con los que trabajaba ya habían caído. En ese instante -casi como si estuviera zafando de un tackle rival camino al ingoal- el ex forward de Atlético del Rosario al que venía siguiendo la justicia federal logró hacerse invisible para los investigadores y mantenerse prófugo durante más de tres años, hasta caer el último fin de semana en un campo entrerriano, adonde lo encontraron viviendo con otra identidad.
Así podría comenzar una serie policial que cuente la historia de Marcos Díaz, el rugbier que tenía un promisorio futuro con la ovalada -había llegado inclusive a jugar en Los Pumitas- que tiró todo ese potencial por la borda cuando empezó a trabajar como “bolsero” para dos reconocidas cuevas rosarinas que vendían dólares a los narcos hasta terminar abriendo su propia oficina para meterse en ese mismo negocio y quedar en el ojo de una investigación por vínculos con el narcotráfico.
La detención
Segú lo que informó el Ministerio de Seguridad de la Nación, la detención se dio después de una hermética investigación que logró encontrar a Díaz en un campo entrerriano.
Las tareas de campo ya habían permitido establecer a los efectivos en los últimos días que el rugbier prófugo se escondía en un paraje rural entre las localidades de Strobel y Aldea Protestante, donde Díaz se daba a conocer entre los lugareños como “Rafa Lewis”.
Finalmente, los agentes federales montaron un operativo en un camino rural cercano a Strobel y lo sorprendieron el sábado por la mañana. La propia Bullrich celebró el operativo con un mensaje titulado “Tackle al narco”.
Por esta causa, vale la pena recordar, ya fue condenado a 7 años de cárcel el financista rosarino Gustavo Shahanan, ex titular de la Terminal Puerto Rosario. La investigación había sido impulsada por la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) a cargo del fiscal Matías Felipe Scilabra y tenía a Marcos Díaz como prófugo.
Los antecedentes
En el juicio que se hizo en 2023 por esa causa, en los Tribunales Federales de Rosario, quedó a la vista cómo funcionaba la banda narco liderada desde la cárcel federal de Marcos Paz por el peruano Julio Rodríguez Granthon, que desde búnkeres en Villa Banana y el centro de Rosario movía unos diez kilos de cocaína por semana y contaba con una trama económica de actores que le permitían a la organización convertir habitualmente en dólares lo recaudado por la venta de esa droga.
Por eso en el banquillo de los acusados también estuvo el mencionado Shanahann y se mencionaba entonces a Marcos Díaz como procesado y prófugo, como encargado de una cuevacéntrica que recibía bolsos con plata en Ovidio Lagos al 400. Tenía pedido de captura desde octubre de 2021. En una de las jornadas, se pudo escuchar la voz de una empleada de confianza del rugbier que en un audio decía que su jefe “laburaba para los narcos”.
En una de las jornadas de aquel juicio, brindó su testimonio el comisario Raúl Hirsch, de la División de Investigaciones de la Policía Federal, que reveló detalles de una pesquisa que la PFA llevó adelante durante seis meses en 2021 y se había visto interrumpida por ataques a balazos a los agentes que realizaban tareas de inteligencia cerca de los puestos de venta de droga.
“Nosotros empezamos a trabajar con el dato que acerca un informante reservado a la justicia, sobre un presunto puesto de venta de drogas en Valparaíso al 2700, en la zona oeste de Rosario. Eso fue en abril de 2021. Al hacer tareas de seguimiento en el lugar, pudimos calcular que por la cantidad de clientes y de droga que se recibía se debían mover unos 10 kilos de cocaína por semana”, sostuvo Hirsch, que también explicó que tenían puntos de distribución en el centro de Rosario, en departamentos temporarios desde los cuales salía droga en forma mayorista hacia Venado Tuerto y Reconquista. A la causa la instruyó la Fiscalía Federal N° 1, a cargo de Adriana Saccone y la PROCUNAR, con Diego Iglesias y Matías Scilabra. Y al ser elevada a juicio, la acusación fue del fiscal Federico Reynares Solari.
En su declaración de aquel día, el investigador de la PFA continuó con su relato de lo que había pasado en los meses siguientes: “La primera información hablaba también de un peruano a cargo de la banda. Por ese entonces, Rodríguez Granthon ya había tenido dos condenas, pero recién aparece la vinculación con esta causa cuando advertimos que le ingresa una llamada desde la cárcel de Marcos Paz a una de las personas que tenía el teléfono intervenido por orden judicial, que era Facundo Pérez”.
Hirsch se refería a quien actuaba de enlace con el territorio el aviador de nacionalidad peruana sospechado de ser mayorista de Los Monos que está siguiendo el juicio por Zoom desde la cárcel. En esas conversaciones, según describió el jefe de la PFA, había un detalle curioso: “Para referirse a la cocaína, Rodríguez Granthon se cuidaba y le decía que debía bajar Manaos o Sprite, al explicarle qué tipo de calidad debía tener la droga que bajaban”.
Mariana Barbitta, abogada del narco peruano, repreguntó ese día sobre el tema y planteó que era “apenas una hipótesis” vincular las marcas de gasesosa con la cocaína. Hirsch le explicó que en los años que tiene como investigador policial en el tema, nunca los narcos hablan de la droga por su nombre: “A veces dicen trame las remeras, o hablan de cantidad de kilos de verdura, hay infinidad de códigos que se inventan por si los están escuchando”, sostuvo. En unos de los allanamientos del 14 de octubre de 2021, en calle Espinoza, se encontró una cocina de cocaína, con precursores químicos y otros elementos.
En su declaración, Hirsch también contó por qué se decidió allanar después de seis meses de investigar. “Se decidió de urgencia hacerlo, tras dos ataques a balazos a los oficiales que espiaban de civil en calle Valparaíso”. En la zona oeste de Rosario, en el barrio Villa Banana, la policía había podido ver diversos vehículos de alta gama que llevaban la droga y también cómo desde allí viajaban al centro, a una oficina en Ovidio Lagos al 400. Y desde allí Román González, otro joven rugbier que había llegado de Venado Tuerto con el sueño de ser convocado para jugar un mundial con Los Pumitas y era empleado de Marcos Díaz, llevaba mochilas y bolsos a una financiera en España al 800 (la oficina de Shanahann).
La investigación contó con escuchas en las que Granthon autorizaba a hacer la operación cambiaria con un 2 por ciento extra de costo sobre el dólar blue, que era el sobreprecio pagado por el lider narco vinculado a Los Monos a la financiera, porque el orígen de los pesos era la venta de droga. Fuentes judiciales explicaron que este tipo de operaciones son habituales en la city rosarina cuando se trata de cambio en cuevas a las bandas que no pueden justificar el dinero que llevan en bolsos desde los búnkeres.
A veces, inclusive era el propio Díaz quien hacía los traslados de dinero. Para la justicia, en Ovidio Lagos se recibían habitualmente los pesos de lo recaudado por la venta de droga, para cambiarlos por dólares allí mismo o en las oficinas de calle España 889. Cabe recordar que se llegó hasta esa dirección no solamente por el seguimiento de los bolsos, sino porque además en un teléfono secuestrado a Granthon en la cárcel apareció agendado un “Iván Dólar”, con el número de línea de Iván Ferrarons, que supo ser el segundo en jerarquía en Terminal Puerto Rosario cuando Gustavo Shanahann fue su titular. Luego, ambos hombres de negocios siguieron vinculados.
Hirsch también detalló una intervención telefónica a Lucía Alonso, empleada de confianza de Díaz, el rugbier que llegó de Paraná para jugar en Atlético del Rosario y que rápidamente estableció relaciones peligrosas. Ella le decía a su madre que la situación iba a terminar mal por el tipo de contactos que estaban haciendo y le detallaba que existía en la empresa una “cuenta narco” habilitada directamente para el cambio con los vendedores de droga. Ese fue justamente uno de los audios que pudo escucharse hoy durante la audiencia, cuando declaró otro de los testigos que trabajó durante la investigación.
En mayo de 2022, Alonso se presentó espontáneamente a la justicia federal y declaró ante el juez Marcelo Bailaque, que decidió dejarla en libertad luego de indagarla. En esa oportunidad, la mujer señaló que Díaz la había corrido de su trabajo en la cueva de Ovidio Lagos porque tenía la sospecha de que lo estaban investigando. Y era ella, justamente, la encargada de llevar adelante la “cuenta narco” dentro de la empresa.
Sobre la oficina de Díaz, el oficial Hirsch la describió como una “cueva” para el cambio de dólares de forma ilegal y dijo que al allanar ese departamento en Lagos al 400 se encontraron armas y municiones. Su encargado ya no estaba, como tampoco se lo encontró en su casa. “Lo salvó el sistema de cámaras que tenía que le permitía ver a distancia lo que pasaba. Nosotros allanamos todo al mismo tiempo, pero como él venía desde su domicilio en Funes, pudo ver en el teléfono que estábamos rompiendo el acceso a la cueva y se nos escapó”. Mientras otros presuntos integrantes de la organización enfrentan un juicio en el que podrían ser condenados a diez años de prisión por narcotráfico, el rugbier que solía sacarse fotos rodeado de armas y se jactaba de sus contactos con los narcos, está escondido de la justicia y con pedido de captura de Interpol.
SFA – Boing