martes, 25 marzo, 2025
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Armas: 500 años de evolución

Los sistemas operativos de acerrojado de las pistolas semiautomáticas, los de disparo y los de alimentación siempre suelen ser motivo de charla y confusión entre especialistas y principiantes. Debido a ello, es imprescindible hacer mención del origen etimológico de la palabra “pistola”, la cual en un principio surge de manera más o menos efectiva allá por el siglo XVI, cuando un herrero italiano de nombre Camelio Vetteli crea la primera pistola con sistema de ignición de rueda (wheel-lock) en la ciudad de Pistoia, y de la cual nacería el nombre de esta pequeña arma de puño, traducción directa del nombre de la ciudad al idioma español.
Debemos recordar que las antiguas pistolas evolucionaron a partir del rudimentario sistema de mecha lenta (utilizado en los primeros cañones de mano), que estaba constituido por un cordón de cáñamo y salitre que se intentaba mantener encendido e incandescente uno de los extremos al momento de querer acercarlo al oído de la recámara o cazoleta, para así encender la pólvora. Esto resultaba realmente complicado ya que los agentes climáticos como la lluvia y la humedad dificultaban reiteradas veces la operación de ignición primitiva.

Luego del sistema de rueda –o wheel-lock– surgió otro muy conocido y difundido a mediados del siglo XVII: el de chispa o pedernal (flint-lock), también conocido como sistema Miguelete o Snaphaunce, que en un principio apareció en Bélgica, España, Francia e Italia, aunque también se extendió a países del Oriente y Oriente Medio, y se empleó de manera más o menos efectiva por unos 200 años, pero que ante los problemas de encendido mencionados buscó ser reemplazado por una alternativa más segura, rápida y eficiente.

Primeros sistemas

Fue entonces cuando Alexander J. Forsith inventó –en 1807– el sistema de percusión por golpe del martillo que caía sobre una varilla móvil, que se ubicada dentro de un receptáculo o cazoleta y que, a su vez, estimulaba el fulminato de mercurio y éste –seguidamente– inflamaba a la pólvora. Diez años después, Joshua Shaw perfeccionó y mejoró este sistema de percusión gracias a la creación de una cápsula iniciadora externa, que no era otra cosa que una pequeña copita metálica que contenía en su fondo interior la sustancia pirotécnica. Esta cápsula se colocaba en un extremo del oído conductor exterior del arma que oficiaba de chimenea, y que al ser golpeada de manera violenta por el martillo iniciaba el fulminato de mercurio que llevaba el fuego a la pólvora, lo cual en la práctica resultaba más seguro y eficiente que el sistema wheel-lock.
No olvidemos que todos estos sistemas primitivos de ignición se usaron en armas que se cargaban por la boca del cañón (avancarga), lo cual hasta entonces era poco práctico, lento y ponía en riesgo al tirador al delatar su posición debido al gran volumen de humo que resultaba del quemado y explosión de la pólvora negra. 
Fue entonces que, en 1832/33, el francés Eugenio Lefaucheaux inventó el sistema de ignición de espiga en cartuchos semimetálicos, mientras que en 1835 Nicolás Flobert, también francés, creó el primer cartucho de ignición anular o radial (del inglés rim-fire), el que sólo contenía la sustancia iniciadora pirotécnica (fulminato de mercurio), es decir, no tenía pólvora en su interior, motivo por el cual fue muy usado para el tiro recreativo de salón o en interiores, debido a su bajo estampido y poca potencia. 

Años más tarde –1845/46–, Louis Houlier perfeccionó el sistema de espiga de Lefaucheaux. ¿Cómo? Colocándola al costado de una vaina totalmente metálica, lo cual ayudaría a mejorar la estanqueidad. Así evitaba la eventual descomposición y alteración de la sustancia iniciadora y de la pólvora, principalmente por la acción negativa que provocaba la humedad. 
Pero aún faltaban otras modificaciones: en 1857 el armero norteamericano Daniel Wesson alargó la vaina del cartucho de ignición creado por Flobert y colocó, además de la sustancia iniciadora, una cierta cantidad de pólvora, dando origen así al calibre y primer cartucho metálico integral producido en los EE.UU: el .22 corto o (short) para el revólver Smith & Wesson N° 1 que lo disparaba. Un arma de escasa potencia y prestaciones que fue utilizada sin mucho éxito por los confederados en la Guerra de Secesión Norteamericana. 

Cápsulas iniciadoras

Fue recién hacia 1866/69 que Edward Boxer y Hiram Berdan –por separado–, mejoraron e inventaron nuevos sistemas de percusión central realmente prácticos, que permitirían aumentar y resistir mayores presiones, porque comunicaban el fuego de manera más eficaz y permitían operaciones posteriores de recarga más rápida de lo habitual hasta ese momento. Para entender cómo funcionan de manera genérica, en la cápsula iniciadora o copita se aloja la sustancia pirotécnica, la que es golpeada y comprimida por la aguja percutora (o percutor) contra el yunque, lo que la estimula, transmite el fuego al propelente (pólvora) y produce la consecuente detonación.   
Antiguamente, se utilizaba como sustancia iniciadora hasta bien entrado el siglo XX el fulminato de mercurio que, por sus propiedades poco beneficiosas, producía corrosión, desgaste prematuro de las armas y era muy inestable, sensible y tóxico. Lo cual llevó a la empresa de armas y municiones Remington a crear en 1927 un iniciador no corrosivo, denominado comercialmente cleanbore priming. 
De manera progresiva y a partir de entonces los fabricantes de municiones fueron cambiando las sustancias iniciadoras pirotécnicas de un comienzo por otras más estables, menos corrosivas y más seguras para los tiradores, como la azida de plomo o el estifnato de plomo (conocido también como trinitroresorcinato de plomo).

Para entonces, Boxer creó una vaina con un solo orificio central denominado oído, donde el yunque está incorporado a la cápsula iniciadora, mientras que en el sistema Berdan la vaina posee dos oídos y un yunque solidario o incorporado. Estos dos sistemas de ignición central, junto con el empleo del cartucho metálico y posteriormente las pólvoras que generaban poco humo ­–o piroxiladas–, facilitaron el uso práctico de la munición en nuevos sistemas de armas por retocarga, de donde las pistolas semiautomáticas sacaron su mayor provecho.
Técnicamente, una pistola moderna tiene como característica principal un cañón compuesto por una recámara y un ánima estriada, que forma una unidad solidaria y no separada como es el caso de los revólveres (además posee un armazón y una corredera separables e independientes). También cuentan con otra característica singular: en su mayoría poseen un cargador removible o almacén fijo (en modelos antiguos).

Llegada del sistema automático 

En medio de todo esto que iba pasando de manera casi contemporánea, en 1894 Hugo Borchardt creó la primera pistola realmente funcional y comercial, con sistema de carga y descarga automático, y de disparo semiautomático, todo basado en diseños previos de Swarloze y Laumann. Para entender este concepto debemos aclarar que el sistema de carga y descarga es el que hace que una pistola cumpla su ciclo de manera autónoma o automática, independientemente de la acción del tirador, mientras que cuando hablamos de sistema de disparo, nos referimos a la acción directa que ejerce el tirador sobre la cola del disparador, tantas veces como sea necesario hasta que se agote la munición que se aloja en el cargador.
Por otra parte, los sistemas operativos de acerrojado se clasifican en: pistolas de acción directa con cañón fijo y cierre móvil (no calzado), o de cañón móvil y cierre móvil (calzado), y a su vez se denominan por corto o largo retroceso del cañón, según el caso. Existen también otras pistolas que operan por la acción indirecta de los gases, donde interviene un mecanismo de mando auxiliar independiente, que mueve un pequeño pistón o emplea algo similar para empujar la corredera hacia atrás. 

El sistema operativo denominado calzado por corto retroceso del cañón es el llamado también Browning o Colt, el cual constituye un retardo de apertura en dos etapas: el que amortigua y disminuye la fuerza de reacción que produce el disparo contra el espaldón de la corredera, minimizando la fatiga, el desgaste general del material, el relevo y el retroceso.
Por último y a título informativo, existen pistolas de disparo automático o con selector de ráfagas, como las HK VP-70, Beretta 93 R, CZ  75 Automatic, Glock 18, Stechkin APS y Astra (tipo Máuser C-96), entre otras, las cuales fueron creadas para uso militar o policial y exceden los alcances de esta nota para aficionados al tiro deportivo. También, armas de hombro de cañón muy largo y con sistema de pedernal que fueron fabricadas en los países árabes y se las llamó espingardas.

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