En los últimos años, la ciudad de Rosario, Santa Fe, fue escenario de una ola de asesinatos, actos violentos y hechos coercitivos contra los vecinos vinculados, casi en su totalidad, al narcotráfico. Sin embargo, a fines del año anterior, se registró una notable disminución en los índices de criminalidad, con una reducción del 65,5% en comparación con el año anterior. La evolución entre el año 2022 y el 2024 es aún más contundente, revelando cómo la participación activa de Nación, provincia y municipio influyeron positivamente en la administración del gobernador Maximiliano Pullaro en materia de seguridad.
En 2022, un triste récord
En 2022, Rosario alcanzó un récord histórico de violencia, con 288 homicidios registrados en el departamento homónimo. Esta cifra representó una tasa de asesinatos dolosos de 22 por cada 100.000 habitantes, quintuplicando la media nacional de 4,4 por 100.000 habitantes en ese año. Según precisó el intendente rosarino, Pablo Javkin y el mandatario provincial, la mayoría de estos asesinatos estuvieron relacionados con disputas entre organizaciones criminales por el control del mercado de drogas. Es decir, por el territorio donde éstos intentaban distribuir estupefacientes.
A su vez, estas apreciaciones fueron confirmadas por el Observatorio de Seguridad Pública de Santa Fe que informó que casi el 60% de los homicidios en la provincia ocurrieron en contextos de economías ilegales o actividades de organizaciones criminales.
El gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, junto a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich
En el 2023 la situación no mostró una mejora palpable en términos de seguridad. Si bien Rosario cerró ese año con 259 homicidios, mostrando así una ligera disminución respecto al año anterior, aún estaba muy por encima de los promedios históricos. Además de los asesinatos, las amenazas a vecinos y figuras públicas como Lionel Messi; su esposa, Antonella Rocuzzo; y Ángel Di María, también se vieron incrementadas.
Es decir que, la tasa de homicidios se mantuvo elevada, y la ciudad continuó enfrentándose desafíos relacionados con el narcotráfico y el crimen organizado casi sin lograr un control real sobre ello. La violencia se concentró, principalmente, en los departamentos de Rosario y la capital, que juntos representaron el 76% de los homicidios en la provincia durante los primeros nueve meses del 2023.
Un alivio y gran contraste
Pero, el año anterior marcó un punto de inflexión en la lucha contra las mafias y el control de los hechos violentos en la ciudad de Rosario. El departamento registró 90 homicidios en todo el año, lo que representa una reducción del 65,5% en comparación con 2023. Esta cifra es la más baja de la última década y devuelve a la ciudad a niveles de violencia similares a los de 2006, antes del auge del narcotráfico. A nivel provincial, Santa Fe reportó un total de 176 homicidios en 2024, una caída del 55,8% respecto a los 398 casos registrados en 2023. Eso generó que la tasa de homicidios provincial se sitúe en 4,83 por cada 100.000 habitantes, alineándose con el promedio nacional y reduciendo a un tercio los niveles observados en 2014, cuando la tasa era de 13,74.
Esta baja se le atribuye a varios factores tales como la implementación del «Plan Bandera», lanzado el 2 de enero de 2024 por el Ministerio de Seguridad de la Nación, a cargo de Patricia Bullrich. Este plan se centró en reforzar la seguridad en toda la provincia de Santa Fe, pero especialmente en la ciudad de Rosario, e incluyó el despliegue de fuerzas federales y la colaboración con las autoridades locales para combatir el narcotráfico y el crimen organizado.
Pablo Javkin, intendente de la ciudad de Rosario
Según datos oficiales, en las zonas con presencia de fuerzas federales, los homicidios disminuyeron un 68,57% en comparación con 2023. También, la cooperación interjurisdiccional entre el Gobierno nacional, provincial y municipal fue clave para coordinar esfuerzos y recursos en la lucha contra la narcocriminalidad.
Esta sinergia dió como resultado una respuesta más efectiva y una mejor distribución de las fuerzas de seguridad en áreas críticas. Asimismo, se puso énfasis en la recopilación y análisis de información para desarticular organizaciones delictivas. Este enfoque proactivo con presencia de oficiales de las Fuerzas en las calles y allanamientos, permitió anticipar y prevenir hechos violentos, atacando las estructuras operativas de las bandas criminales.
Por último, también se intensificaron los controles en las fronteras y se reforzó la vigilancia en las rutas que, comúnmente, eran utilizadas para el tráfico de drogas. Estas acciones entorpecieron la distribución de estupefacientes e imposibilitaron el acceso de las organizaciones narco.
Pese a que se redujeron significativa los índices, Rosario todavía se enfrenta a grandes desafíos. Uno de ellos despertó en noviembre, cuando tras el asesinato de Andrés «Pillín» Bracamonte, líder de la barra brava de Rosario Central, junto a su segundo, Daniel «Rana» Attardo, varios maleantes prometieron vengarse. Este hecho, atribuido a un posible ajuste de cuentas vinculadas al narcotráfico, evidencia que aún existen focos de violencia que requieren control continuo.