El gobierno de Luis Arce ha vendido a Bolivia la ilusión de que el litio sería la panacea económica del país. Sin embargo, la realidad dista mucho de las promesas oficiales. La gestión ineficaz y la corrupción en el sector han convertido este «oro blanco» en una carga más que en una bendición.
Desde su asunción, Arce ha proclamado la industrialización del litio como una prioridad nacional. No obstante, los avances han sido mínimos. La Planta Industrial de Carbonato de Litio en el Salar de Uyuni, con una inversión de 756 millones de bolivianos (aproximadamente 109 millones de dólares) reportaba en mayo de 2022 un avance físico del 78% y una ejecución financiera del 66%.
Promesas incumplidas y gestión deficiente
A día de hoy, la planta aún no ha alcanzado su plena operatividad, reflejando una alarmante ineficiencia en la gestión de recursos. A esto se suma la falta de infraestructura vial y energética necesaria para sostener una industria de tal magnitud. La electricidad en Uyuni proviene de plantas termoeléctricas con costos elevados, mientras que países vecinos como Chile y Argentina cuentan con mejores condiciones para la explotación del litio.
En Argentina, por ejemplo, el costo de producción es mucho más bajo gracias a su acceso a energía solar y menor carga impositiva.
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Corrupción en el Sector del Litio
La corrupción ha permeado profundamente en el sector del litio. Contratos opacos, licitaciones amañadas y falta de transparencia son la norma. Empresas extranjeras como la china CATL BRUNP & CMOC (CBC) han firmado acuerdos sin claridad sobre los beneficios reales para Bolivia.
Según datos del propio gobierno, Bolivia podría recibir entre el 4% y 7% de las ganancias por la explotación del litio, muy por debajo del 25% que obtiene Chile o el 12% de Argentina.
Además, la empresa estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) ha sido cuestionada por su mala administración. En 2023, la empresa anunció con bombos y platillos la venta de sus
primeras toneladas de litio, pero el mercado internacional ya mostraba signos de caída en los precios, dejando al país en una posición poco competitiva.
Un aspecto particularmente escandaloso es el rol de Marcelo Arce, hijo del presidente Luis Arce, quien ha sido varias veces involucrado en la negociación del litio. Existen numerosos rumores de que se ha beneficiado directamente de la corrupción en torno al sector, participando en acuerdos irregulares y obteniendo ventajas económicas indebidas.
A pesar de las denuncias, hasta el momento no se han realizado investigaciones transparentes sobre su participación, lo que genera aún más dudas sobre la honestidad de la gestión gubernamental en el negocio del litio.
La Caída Estrepitosa del Precio del Litio
El mercado internacional del litio ha experimentado una caída drástica en los precios. En 2022, la tonelada de carbonato de litio se cotizaba en $us 59.555. Un año después, el precio descendió a $us 45.258, y en 2024 se desplomó a $us 8.830.
Esto ha reducido significativamente los ingresos proyectados por el gobierno, poniendo en entredicho la viabilidad económica de la explotación del litio en las condiciones actuales.
A nivel global, la sobreoferta de litio ha contribuido a esta caída. Empresas en China y Australia han aumentado su producción, generando un excedente en el mercado. En este contexto, Bolivia no solo llega tarde a la competición, sino que también enfrenta costos de producción mucho más altos que sus competidores.
Costos de Producción Insostenibles
A pesar de la caída en los precios, los costos de producción en Bolivia permanecen elevados. Se estima que producir una tonelada de carbonato de litio mediante tecnología de Extracción Directa de Litio (EDL) cuesta entre $us 2.800 y $us 3.600. Sin embargo, a esto se suman los costos de logística, impuestos y mantenimiento de infraestructura, elevando la cifra a aproximadamente $us 5.000 por tonelada.
En contraste, Chile y Argentina tienen costos de producción que rondan los $us 2.500 a $us 3.000 por tonelada, lo que les permite mantener un margen de ganancia incluso con precios bajos en el mercado internacional. La falta de experiencia en Bolivia también es un factor determinante, ya que el país aún depende de tecnologías extranjeras para el procesamiento del litio.
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Turismo: Una Alternativa Más Rentable
Frente a este panorama desalentador, es imperativo que Bolivia diversifique su economía. El turismo se presenta como una alternativa viable y potencialmente más rentable. El Salar de Uyuni, por ejemplo, es una de las maravillas naturales más impresionantes del mundo y atrae a miles de turistas cada año.
En 2019, antes de la pandemia, Bolivia recibió aproximadamente 1.2 millones de turistas internacionales, generando ingresos de más de 750 millones de dólares. Con una inversión adecuada en infraestructura, promoción y seguridad, estos ingresos podrían superar los 1.000 millones de dólares anuales, una cifra que podría competir con los ingresos del litio sin los riesgos económicos y ambientales que conlleva la explotación minera.