Tras prorrogar por segundo año consecutivo el Presupuesto 2023 y al cabo de más de tres meses de discusión con sectores de la oposición, el Gobierno da por cerrada la posibilidad de que se apruebe el proyecto en el Congreso y se prepara para manejar con amplia discrecionalidad y negociar individualmente con los gobernadores.
“No hay diálogo con la oposición por este tema. Veo difícil que se trate en extraordinarias. Salvo que ellos quieran aprobar el que mandamos tal como fue escrito”, apuntó una alta fuente del Gobierno ante la consulta de Clarín.
“El Presidente definirá la distribución de las partidas en función de lo que se necesite hacer para cumplir con los objetivos”, agregó.
Es, en definitiva, la carta a la que había apelado la Casa Rosada para buscar consenso: la idea de que durante un año electoral Javier Milei pudiera disponer de las partidas presupuestarias por el excedente en la recaudación -se trata de una ley bosquejada en 2022- hizo que los gobernadores, con excepción de los alineados con Cristina Kirchner, se esforzaran por alcanzar un acuerdo.
Pero de ambas partes hubo reproches cruzados y el proyecto naufragó en noviembre en Diputados.
En el oficialismo no ocultan que la intransigencia del Presidente fue más allá del requisito lógico para que se respetara el déficit cero. En ese sentido, los operadores de La Libertad Avanza no hicieron concesiones ante propuestas para cambiar la distribución del gasto.
Como gesto elocuente del desinterés del Ejecutivo para aprobar el proyecto, a diferencia de lo que ocurrió ante otras iniciativas impulsadas por el Gobierno, el asesor todoterreno Santiago Caputo no se involucró en las negociaciones. “Ni un café se tomó ni se va a tomar para convencer a un opositor”, explicaban en su entorno al justificar que desde lo político al Gobierno le interesaba tener el Presupuesto sólo si salía sin cambios.
Caputo se encargó sí de aclararles a los aliados de la oposición que el plan del Gobierno no conspiraba contra sus intereses: “A los que nos apoyan les va a ir mejor sin Presupuesto, porque es probable que reciban más”, es la frase que escuchaban los mandatarios. Algo similar transmitió el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el nexo principal con la oposición.
La premisa que transmiten en Casa Rosada se mantiene. “Nuestros aliados no tienen de qué preocuparse. Vamos a ser generosos en la medida de las posibilidades de un contexto en el que ‘no hay plata’, como dice el Presidente, se mantiene”, aseguró este lunes una fuente inobjetable al refrendar la idea de que para el Gobierno el Presupuesto “es un tema terminado” y que no va a ser incluido en la eventual convocatoria a sesiones extraordinarias en febrero.
Si bien el grueso de los gobernadores alineados con la agenda de la Casa Rosada optó por no alzar la voz y confiar en la promesa de Caputo, en las provincias genera incertidumbre el aprovechamiento que le puede dar el Gobierno a la herramienta en un año electoral. “Garantías de que nos cumplan no tenemos, esto es más una cuestión de fe”, ironizó un mandatario que fue importante para el Gobierno en momentos clave en el Congreso.
Pero, en público, la decisión del Gobierno de este lunes no generó demasiados reproches en la oposición. Sin pronunciamiento de los gobernadores, la primera réplica llegó desde el kirchnerismo. El jefe del bloque de Diputados, Germán Martínez, consideró que Milei “no quiso tener la ley” y criticó que el Ejecutivo disponga de recursos sin control: “Hoy no hay situación excepcional que imposibilite al Gobierno nacional tener una Ley de Presupuesto sancionada por el Congreso”.
En tanto, Margarita Stolbizer, de Encuentro Federal, calificó como “una vergüenza” que por segundo año consecutivo no haya presupuesto y apuntó que desde su bancada denunciaron que “Milei hacía caer sesiones y trababa acuerdos para que no se aprobara el presupuesto y poder gastar en lo que él quisiera, como un pequeño monarca”.
En el oficialismo recibieron como una señal de respaldo el silencio de las provincias y relativizaron las acusaciones de la oposición más dura: “Se quejan los que quieren que nos vaya mal, pero los gobernadores saben que el déficit cero es innegociable para nosotros y que no había forma de asegurarlo por ley”.