Juan Aguzzi
Tal vez muchos no hayan escuchado hablar de Peter Sinfield, un nombre que, incluso entre aquellos que tienen filiación rockera, no es fácil de ubicar, al menos no rápidamente, puesto que hay que remontarse a los candentes años del rock progresivo y a algunos discos en particular y, también, a unas pocas bandas en las que participó. Pasa que en realidad el británico Sinfield no era un músico a la usanza de cualquier otro, sino que contaba con algunas características que lo dotaron de cierta singularidad. El poeta y cantautor al que llamaban Pete –así sin la “r”– fue uno de los fundadores de esa gran y singular banda de rock llamada King Crimson –el nombre le pertenece–, un proyecto generado a partir de una concepción de art-rock y con un nivel musical refinado de grado superlativo, es decir, una idea integral de gesto sonoro, poesía e imagen.
Tal sesgo iniciático le daría a la banda un perfil único, difícil de imitar, más abonado por un tono de elaboración orquestal que por uno de pureza rockera. Además de componer las letras de las canciones –todas verdaderamente poéticas–, en las grabaciones de In the Court of the Crimson King, In the Wake of Poseidon, Lizard e Islands –grabados entre 1969 y 1971–, Sinfield sería ingeniero de sonido y luego, en las presentaciones en vivo de esos discos, también actuaría como operador de luces, puesto que en esos shows se daba la misma importancia al clima general que a cómo sonaba la banda.
El inicio de Sinfield –luego de algunos viajes y estadía en España y Marruecos– fue a partir de algunas colaboraciones que hizo con el ejecutante de viento y tecladista Ian McDonald, quien era miembro de la banda Giles, Giles & Fripp –Peter y Michael Giles en bajo y batería respectivamente, y Robert Fripp en Guitarra–, que a la postre resultaría el germen de Crimson. Junto a Fripp, Sinfield sería coproductor de esos primeros sonidos muy elaborados y apoyados en melodiosas secciones de viento.
Cuando Crimson ya se pergeñaba como formación, fue Sinfield quien se encargó de encontrar un espacio de ensayo, algo un tanto difícil por la cantidad de bandas de rock que proliferaban en el Londres de fines de los sesenta y los destrozos que solían producirse con el abuso de ciertas sustancias al que acostumbraban sus miembros. Ese espacio de ensayos –conocido como Fulham Palace Road– sería el sótano de una concurrida cafetería, uno de cuyos dueños era aficionado al rock y admiraba la poesía de Sinfield. También Sinfield contactó a un amigo, el dibujante Barry Godber para que hiciera la portada del álbum debut de la banda, In the Court of the Crimson King, una ilustración potente y fantástica que transmitía acabadamente el espíritu del disco y que, a su modo, rondaba el ideario del pintor noruego Edward Munch.
Sin embargo sería su poesía compleja y simbólica, que definió el estilo de los discos más icónicos de Crimson –marcando un antes y un después en el rock progresivo– lo que lo situaría en un lugar único en el espectro del género; pero no tan solo allí, porque sus letras de profusas imágenes surrealistas e íntimamente ligadas a la naturaleza y el mar, serían codiciadas por artistas tan disímiles como Celine Dion, Procol Harum, Abba, Cliff Richard, Leo Sayer o Cher.
El marcado carácter lírico de las letras de Sinfield fue un aporte decisivo para Crimson, porque abordaban un universo muy atravesado por la mitología, incluso hasta por lo que se conoce como ocultismo, pero siempre desde una óptica de indagación, preguntándose por el misterioso pasado de la humanidad –o de las sociedades modernas, que para él era la Gran Bretaña de los sixties–, en una singular fusión de la literatura medieval y los antiguos mitos paganos cuando Inglaterra era solo un páramo habitado por tribus bretonas.
Con el correr del tiempo Sinfield iría volcándose a escribir sobre los grandes flagelos, como las guerras imperiales y las hambrunas en África y el Sudeste Asiático. Aunque ya en In the Court of the Crimson King (1969) estaba una de sus letras más enfáticas y descriptivas, una suerte de alegato contra la Guerra de Vietnam: “21st Century Schizoid Man”, donde insistía en la cada vez más posible conversión del hombre como depredador del hombre con la excusa de frenar males puramente inventados.
Sinfield ya percibía tempranamente la degradación humana provocada por un principio rector occidental, las consecuencias de sociedades de consumo desenfrenado y los tópicos religiosos que condicionaban la moral. El tema “Epitaph” de ese mismo primer álbum ya lo observaba de este modo en uno de sus pasajes: “…La confusión será mi epitafio, mientras vago por un camino roto y devastado…”, se cantaba sobre unos acordes melancólicos, diversificados entre flautas y coros, y tonos jazzeros y experimentales generando una sobrecogedora atmósfera.
La relación de Sinfield con Robert Fripp duró hasta que el poeta y compositor se bajó de esa máquina musical de fuerza inusitada, que sería luego del maravilloso Islands (1971). La mayoría de los músicos de Crimson coinciden en que el líder y guitarrista de la banda era alguien bastante difícil de tratar. Al parecer cierto autoritarismo junto a una faceta algo cascarrabias que no aceptaba oposiciones, fue generando rispideces, cuando no francas reyertas, entre Fripp y los miembros de aquel inicial Crimson.
Sin embargo, eso no ocurriría con Sinfield, de quien el guitarrista admiraba profundamente su poética y los conceptos que tenía para cada disco. Se cuenta que ambos solían encerrarse durante horas para “cranear” un álbum de forma integral a partir de algunos temas que ya venían ensayando con la banda. Eso ocurrió notablemente con In the Wake of Poseidon (1970), cuando luego de una semana de reclusión, Fripp expresó que ya tenían un disco listo. Algunos de los otros músicos dudaron, puesto que había varios temas pero todavía no estaban ordenados musicalmente. Un ensayo previo y la dirección que Fripp y Sinfield imprimieron al registro convencieron a todos que solo tenían que entrar al estudio de grabación.
¿Se resintió King Crimson luego de la partida de Sinfield? A juzgar por los tres álbumes siguientes, Larks Tongues in Aspic (1973) , Starless and Bible Black (1974) y Red (1974), no parece, pero debe decirse que en estos registros, si bien se continúa la senda de la innovación y experimentación y subsiste una ambiciosa amalgama de sonoridades reflejada en los frecuentes cambios rítmicos, puede afirmarse sin ambages que las dimensiones musicales son distintas, ni mejor ni peor, sino solo diferentes, como si la banda volviera a tomar una bocanada de aire para retomar toda la fuerza expresiva que tienen esos cuatro discos a esta altura esenciales, que le permitieron a Crimson expresar un climax musical único e irrepetible en su estilo. La partida de Sinfield fue en buenos términos pero ya era sabido que Fripp quería tomar otros rumbos y daba por finalizada la etapa con el poeta y compositor.
Después de dejar Crimson, Pete Sinfield fichó para Roxy Music, la banda de Phil Manzanera, Brian Ferry –en la que también tocó Brian Eno y John Wetton, este último miembro de Crimson en su segunda etapa– y participó del disco debut de título homónimo al de la banda (1973). Después grabaría su único disco como solista, Still (1973), con una banda que incluía al bajista y cantante Greg Lake, ex de King Crimson. Sinfield y Lake eran ya amigos desde mucho antes y esa relación cercana le llevó a trabajar con Emerson, Lake & Palmer en Brain Salad Surgery (1973), el quinto álbum y cuarto de estudio del célebre trío –para muchos el mejor– y sobre todo, más tarde, con Lake en particular, siendo el letrista de la canción “I Believe in Father Christmas” (1977), que el cantante, guitarrista y bajista popularizó y fue un hit internacional durante años, interpretada hasta por U2.
La letra de la canción aludía a que la Navidad debía servir para establecer una relación fraterna entre los hombres para que existiese la posibilidad de acabar con las guerras, aunque muchos escucharon solo una canción conmemorativa de esa fecha, lo que molestaría a Sinfield y a Lake por igual. En 1973 colaboró con a otra banda de rock progresivo, la italiana Premiata Forneria Marconi (PFM), produciendo sus álbumes en versión inglesa titulados Photos of Ghosts (1973) y The World Became the World (1974), segundo y tercer registro de la banda respectivamente.
Después, como se dijo más arriba, su eclecticismo lo hizo colaborar con Gary Brooker, de Procol Harum (en arreglos de letras y producción) y alcanzaría su mayor éxito comercial con la letra del tema “Think Twice” que cantó la canadiense Céline Dion en su álbum The Colour of my Love, de 1994. El poeta y letrista británico falleció el pasado noviembre, a los 81 años. Su legado se mantiene vivo en sus líricas y en los climas sonoros que como arquitecto del rock progresivo construyó con pasión y pericia.