El reciente informe del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de septiembre, publicado el viernes, confirmó que la actividad económica sigue enfrentando desafíos significativos. Según el informe, el EMAE registró una caída interanual del 3,3% y una disminución mensual desestacionalizada del 0,3%. Esto marca el fin de dos meses consecutivos de recuperación, observados en julio y agosto, interrumpiendo el impulso que había generado cierto optimismo.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) revisó al alza los datos de meses previos, con agosto ajustado de +0,2% a +0,9% y julio de +2,1% a +2,7%. Sin embargo, esta corrección positiva no altera la conclusión general: septiembre mostró un retroceso marginal, llevando al EMAE de 145 puntos en agosto a 144,6 puntos en septiembre.
El índice pareció haber tocado fondo en abril, cuando cayó a 139,1 puntos, y desde entonces mostró una recuperación gradual. Pero la tendencia descendente había comenzado en marzo del año pasado, intensificándose con la llegada de un nuevo gobierno que aplicó medidas como la devaluación de la moneda y una fuerte contracción del gasto público.
Un avance desigual
Desde la perspectiva oficial, la economía estaría cerca de recuperar los niveles de actividad previos a noviembre de 2023, apenas un 0,6% por debajo de ese punto de referencia. Aunque técnicamente correcto, un análisis más detallado de los sectores revela una marcada heterogeneidad en la recuperación.
En términos interanuales, sectores como la minería (+7,6%) y la agricultura (+3,1%) muestran un crecimiento significativo. Sin embargo, otros sectores fundamentales, como la construcción (-16,6%), el comercio (-8,3%) y la industria manufacturera (-6,2%), han experimentado contracciones alarmantes.
Desde la perspectiva oficial, la economía estaría cerca de recuperar los niveles de actividad previos a noviembre de 2023
Para comprender mejor esta disparidad, es útil analizar el comportamiento sectorial desde noviembre de 2023 hasta septiembre de 2024, utilizando datos desestacionalizados y ajustados a una base 100. Los resultados son reveladores:
- Agricultura: 107,37 (+7,4%)
- Minería: 107,20 (+7,2%)
- Industria Manufacturera: 94,91 (-5,1%)
- Comercio: 94,79 (-5,2%)
- Construcción: 88,67 (-11,3%)
Mientras que el índice general del EMAE parece haber recuperado terreno, la disparidad sectorial es evidente. Los sectores con mayores caídas coinciden con aquellos que más empleo generan, lo que explica por qué la recuperación no se siente plenamente en el terreno social y laboral.
Un problema de largo aliento
Si ampliamos el análisis al período previo al ajuste del actual gobierno, tomando como referencia marzo de 2023 (cuando el índice desestacionalizado alcanzó un pico de 150,4 puntos), los datos son aún más elocuentes. Desde entonces hasta septiembre de 2024, el EMAE muestra una caída acumulada del 3,87%. Sin embargo, la agricultura (+20,7%) y la minería (+14,5%) han registrado un crecimiento notable, mientras que sectores clave como la industria (-13,4%), la construcción (-16,3%) y el comercio (-1,9%) permanecen en terreno negativo.
Estas cifras subrayan la fragilidad estructural de la economía. Si bien algunos indicadores sugieren una recuperación técnica, la debilidad en los sectores más intensivos en empleo plantea un desafío crítico.
Si bien algunos indicadores sugieren una recuperación técnica, la debilidad en otros sectores plantea un desafío crítico
Perspectivas inciertas
El panorama actual no ofrece certezas claras. Si bien la recuperación del EMAE a niveles previos al ajuste es un dato alentador, los sectores más afectados reflejan una dinámica desigual que complica la sostenibilidad del crecimiento. Además, el estancamiento en los ingresos reales y la persistencia de un tipo de cambio atrasado podrían generar nuevas presiones sobre la actividad económica, exacerbando el impacto de las importaciones y afectando la competitividad de la producción local.
En conclusión, aunque las cifras generales parecen indicar una recuperación en marcha, el análisis sectorial revela una economía aún fracturada, donde la recuperación no es homogénea ni robusta. El desafío radica en cerrar estas brechas para lograr un crecimiento más inclusivo y sostenible.