Deseaba que llegara esa carrera cerca de casa desde que dejó Argentina a los 14 años y el destino le regalaba una en Brasil como piloto de la Fórmula 1. Sin embargo, nada fue como soñaba Franco Colapinto este fin de semana, que empezó con la muerte de su abuelo antes de la primera actividad del Gran Premio de San Pablo y terminó con su primer abandono en seis competencias. Por eso, la sonrisa no apareció ni cuando salió a saludar a cientos de argentinos que aguardaron pacientes en la recta principal cuando ya habían pasado casi dos horas del final de la carrera y le dieron una muestra más de un apoyo increíble.
Pero Franco quería más. Competitivo y autoexigente, había tenido buenas sensaciones en el único entrenamiento del GP, en la clasificación de la Sprint Race y en la minicompetencia, al quedar otra vez entre los 12 mejores. Pero la lluvia, esa de la que ya había hablado aquí en Brasil porque nunca le había tocado correr en esas condiciones, jugó un papel determinante en un joven que pagó cara la falta de experiencia.
Primero en la clasificación, atípica porque se corrió a las 7.30 de la mañana, un horario que lo obligó a él y al resto de los pilotos a cambiar sus rutinas. Lando Norris, el poleman, contó que puso su despertador a las 5.10, mientras que su escolta George Russell confesó que tomó su «café habitual antes, lo que con el estómago vacío hizo que el comienzo de la Q1 fuera un poco complicado».
Para Colapinto el problema no fue el despertador ni el desayuno, sino la pista mojada y complicada, especialmente a la salida de la S de Senna. Fue allí donde se despistó y chocó su Williams en una Q1 que había comenzado con un gran tiempo (1m31s270 milésimas), que lo había puesto noveno. Se bajó del auto y lo observó con tristeza hasta que un comisario lo tomó del brazo y lo sacó de la escena.
Al volver al paddock, intentó explicar lo que había pasado pero no encontró las palabras: «No sé bien qué pasó, fue irrecuperable. Fue un error, mil disculpas, fue 100 por 100 mío». «Muy triste, perdón al equipo, no sé si van a llegar a la carrera. Vamos a ver si podemos hacer algo para después. Mi miedo más grande es no llegar a largar», agregó con cautela.
Aunque era su primera vez bajo la lluvia, el joven de 21 años no fue el único que sufrió la pista de Interlagos y ese último sector: hubo cinco banderas rojas por los despistes de Carlos Sainz, Lance Stroll -exactamente en el mismo lugar que el argentino-, Fernando Alonso y Alex Albon, que se llevó la peor parte porque los mecánicos del equipo con sede en Grove, que sí arreglaron el suyo, no llegaron a recuperar el auto del tailandés para ponerlo en la pista tres horas después. De hecho, la Q3 solo la disputaron ocho autos.
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Gran Premio de Brasil: el trabajo de los mecánicos una vez terminada la carrera
El abandono prematuro de su compañero de equipo -que sumó abandonos en tres de las últimas cuatro carreras (Singapur, México y Brasil)-, la sanción de cinco puestos a Max Verstappen -que por primera vez en el año no avanzó a la última parte de una clasificación- y los arreglos en la Ferrari de Sainz que lo mandaron a largar desde el pitlane le permitieron a Colapinto ganar dos posiciones en la grilla de partida, al avanzar del 18° al 16°, justo delante del neerlandés. «Chicos, muchas gracias por esto. Son leyendas. Gracias«, les dijo en la radio a sus mecánicos antes de largar.
En una carrera loca e interrumpida que comenzó con una doble vuelta previa, el argentino hizo una salida prolija, cuidándose del poco agarre en una pista complicada y aún así se puso 12° en la primera vuelta, detrás de los campeones del mundo Verstappen -que en una vuelta entró en la zona de puntos- y Hamilton, a quien luego adelantó en otra maniobra limpia mano a mano con el heptacampeón. “Olé, olé, olé, olé, Franco, Franco”, explotó en la tribuna de la recta principal y llegó hasta el paddock.
La emoción de los casi 7 mil argentinos en Interlagos creció al ritmo de la lluvia. Gaetan Jego, su ingeniero de pista que regresó aquí tras su ausencia en el DF, buscaba tranquilizarlo por la radio, informándole cuántas vueltas faltaban para el final. Pero todo se complicó tras su ingreso en el giro 27 para cambiar las gomas intermedias, justo antes de que apareciera un Virtual Safety Car porque Hulkenberg perdía el control del Haas y varios rivales decidieran pasar por boxes.
En un auto que había perdido estabilidad por el toque que le dio Ollie Bearman de atrás -y por el que fue penalizado por 10 segundos- en el inicio, la salida del auto de seguridad complicó aún más el panorama. «Solo necesitamos sobrevivir. Quedate afuera. Quedate afuera. Necesitamos sobrevivir -le repitió Jego-. Creo que va a parar (de llover) después de un minuto. Modo supervivencia en este momento. Solo mantenete en la pista, intentá mantener toda la temperatura que puedas”.
«Amigo, ¿entendés?«, le respondió Colapinto un par de veces, pidiendo el cambio de neumáticos. Pero su ingeniero se mantuvo firme: «Sí, entendemos. Necesitamos quedarnos afuera. Solo enfocate en no cometer errores. Se que es difícil allá afuera. La mayoría de los autos están con (neumáticos) intermedios. Confiá en nosotros, confiá en nosotros, amigo. Acordate de lo que hablamos. Dejanos hacer nuestro trabajo. Hacé el tuyo. Confiá en nosotros. Creemos que es la decisión correcta”.
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El diálogo entre Colapinto y su ingeniero antes del despiste
Por eso, sorprendió aún más que en el giro 31, apenas cuatro después de su primer cambio de neumáticos, Franco volviera a los boxes para «un ajuste del flap», según la web de Williams, y recibiera otro juego de gomas intermedias. Casi instantáneamente, la bandera roja se desplegó: el bonaerense se había dado un fuerte golpe contra el paredón después de la 13. «El auto se destrozó. Estoy muy triste», subrayó, con un tono bajo y sombrío, muy distinto del relajado que suele mostrar en la TV.
¿Qué fue lo que pasó? «Hablamos para tener la intermedia calientes y estaba apretando en las vueltas de salida de boxes para tener las temperaturas altas y era inmanejable con las intermedias. Saliendo a la recta perdí el auto. Había un río muy grande y con las intermedias estaba inmanejable en ese momento, estaba apretando para mantener la temperatura de las gomas altas y lo perdí», resumió en el único contacto que tuvo con la prensa escrita en el corralito armado en el autódromo paulista.
En cambio, no quiso entrar en polémicas, pese a la filtración del audio de la comunicación por radio: «No hubo desacuerdo con el equipo, ellos son los estrategas y son los que deciden». Y, tras aclarar que no debió pasar por el centro médico del circuito y que está bien físicamente, agregó: «Perdón al equipo que trabajó un montón para poner el auto en pista y tuve otro accidente. Día malo. Complicado. No terminó como esperaba este fin de semana. Ahora a volver más fuerte en Las Vegas». Tras dos semanas de descanso, allí podrá encontrar su revancha.
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Tras el GP de Brasil, Colapinto se encontró con los hinchas.