Despertarse con energía y sin sensación de sueño es el ideal de muchas personas, pero la realidad suele ser diferente para la mayoría. Esa pesadez al abrir los ojos, conocida como inercia del sueño, es una experiencia común que lleva a muchos a luchar contra la somnolencia, incluso después de una noche completa de descanso.
Según la psicóloga clínica, especialista en el tema, Shantha Gowda, “la inercia del sueño es esa sensación de adormecimiento y desorientación que se presenta justo al despertar”.
A pesar de haber dormido lo suficiente, es normal sentirse lento o aturdido en esos primeros minutos del día. Este fenómeno, aunque molesto, forma parte del proceso natural del cuerpo al pasar del sueño profundo al estado de alerta. Por ello, la psicóloga Shantha Gowda (fundadora de ThinkSleep) marca algunos puntos que considera clave para despertar sin sueño:
Mantener un horario consistente para despertar
La regularidad en el horario al despertar es clave para reducir la inercia del sueño. Levantarse a la misma hora todos los días, incluso durante los fines de semana, permite que el cuerpo se adapte a un ritmo circadiano estable.
Esto facilita la transición del sueño a la vigilia y también mejora la alerta matutina. Según especialistas en sueño, como Gowda, la consistencia en los horarios contribuye a que el cuerpo funcione mejor y se ajuste con mayor facilidad a las demandas del día.
Exponerse a la luz solar matutina
Otra estrategia efectiva es aprovechar la luz natural de la mañana. La exposición a la luz solar poco después de despertarse mejora la calidad del sueño nocturno y acelera la disminución de la inercia del sueño.
Este estímulo luminoso actúa sobre el reloj biológico del cuerpo, y ayuda a un comienzo del día más natural y menos abrupto. Gowda afirma que “este simple hábito puede tener un impacto directo en la manera en que el cuerpo y la mente se activan al comenzar el día”.
Evitar el uso de la función de posponer la alarma
Aunque puede resultar tentador quedarse unos minutos más en la cama al sonar la alarma, este hábito puede prolongar la inercia del sueño en lugar de aliviarla. Al postergar el momento de levantarse, se retrasa el proceso natural de transición entre el sueño y la vigilia, lo que lleva a un mayor sentimiento de somnolencia.
En lugar de ganar unos minutos de descanso, se pierde la oportunidad de adaptarse de manera efectiva al nuevo día. Levantarse rápido después de que suena la alarma es clave para contrarrestar este efecto y enfrentar la mañana con más energía.
Estas estrategias son simples de implementar y pueden marcar una gran diferencia en la forma en que se empieza cada día. La inercia del sueño es un fenómeno natural, pero con ciertos ajustes en la rutina diaria, es posible reducir su impacto y disfrutar de un despertar más pleno y sin la molestia de la somnolencia persistente.
LA NACION