Mariano Martínez rescató a nueve personas en una playa ubicada en el condado de Sarasota. La historia de la estampita que se convirtió en su amuleto y la increíble relación con otro rescate ocurrido en 1997 en Mar de Ajó.
El sábado 22 de junio, Mariano Martínez había cerrado la playa a las 17. Cuarenta y cinco minutos antes, bajo un cielo violeta y ante una tormenta amenazante, comenzó a pedirles a las personas que salieran del mar. Él, que no se cansa de observar el océano ni deja de estar atento a cualquier alerta que suene en su celular, escuchó pasadas las 17 un grito desgarrador. “Me empezaron a hacer señas desde la orilla y en el agua se veían un montón de cabezas luchando contra una corriente enorme”, relató a TN.
El hombre de 47 años, nacido en la localidad bonaerense de Berazategui, trabaja como guardavidas en el Departamento de Bomberos del Condado de Sarasota, ubicada al sur de Florida. “Corrí, agarré el tubo de rescate y fui hasta allá. La primera persona que vi estaba muy mal. Se había entregado. Le grité que aguantara y me dio tiempo para evitar que se hundiera. Seguí nadando y vi a una mamá con su hija. La mujer me dijo que la dejara morir, que salvara a su hijita”, contó Mariano.
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A 50 metros de esas tres personas el guardavidas detectó que había seis más luchando para escapar del clásico “chupón” que se forma en el banco de arena cuando se rompe. La corriente ingresa por esa filtración, el mar se absorbe y genera una automática desesperación.
Mariano logró sacar a todos del mar. Entre ellos, al esposo de la mujer que se estaba ahogando y a un ciudadano estadounidense que ingresó para ayudar. “Ninguno era un experto nadador. Y la sensación que tuve es que si llegaba un minuto y medio más tarde las tres primeras personas que vi estarían muertas”, indicó el guardavidas.
Todas las mañanas, entre las 9 y las 10, Mariano debe abrir la torre de control y entrenar. “Podés correr, nadar, bajar la moto de agua y andar. Es un entrenamiento obligatorio que tiene como objetivo que todos estemos preparados para responder”, explicó. Él, que jamás había experimentado tal adrenalina, salió del mar con un nuevo mantra para su vida: “En situaciones límites solo se pueden tomar decisiones límites”.
El guardavidas llegó a Estados Unidos como fruto de una relación que comenzó en 2007. Ella es ciudadana norteamericana y quería retornar a Florida para que sus hijos estudiaran allí. En enero de 2018, Mariano fue el mejor entre ocho y consiguió el puesto que hoy lo tiene como héroe.
Tras su hazaña, la cual le valió una serie de entrevistas en medios estadounidenses, Mariano recibió la noticia de que será reconocido por el gobierno norteamericano el 15 de agosto. “Fue catalogado como un acto heroico y acá en Estados Unidos reconocen y valoran mucho estas acciones”, destacó.
El masivo rescate no tardó demasiado en conocerse entre sus pares argentinos, que a través de un grupo de WhatsApp lo felicitaron y le expresaron la admiración que sentían por él. Mariano, conmovido por las palabras de los suyos, le atribuyó el milagro al escudo de los guardavidas y la Virgen de Lourdes que siempre lo acompaña en su termo cuando toma mate.
De Mar de Ajó a Florida: el milagro de un rescate inolvidable
El escudo fue diseñado por Guillermo Pellegrini, un guardavidas que puso en pausa su profesión hace muchos años y que participó de un rescate icónico para los guardavidas. El 12 de febrero de 1997, en la costa de Mar de Ajó, Guillermo y otros cuatro rescatistas le salvaron la vida a una familia que estaba a punto de morir en el mar.
Uno de rescatados fue el padre Eduardo Tesone, vicario Parroquial del Santuario de San Cayetano del barrio porteño de Liniers. Para los guardavidas no es un cura más de la Iglesia Católica.
Después del salvataje, el padre Eduardo impulsó y fundó la Pastoral de Guardavidas con el consentimiento del Papa Francisco, por entonces Cardenal Jorge Bergoglio. Se trata de la única pastoral que existe en el mundo, creada por Tesone luego de atravesar su propio milagro cuando le pedía a Dios que lo salvara a él y a su familia de morir ahogados.
Guillermo, ingeniero en Sistemas y alejado del mar desde que fue papá en 1998, dialogó con TN y contó que aquel día sucedió lo mismo que le pasó a Mariano en las aguas de Lido Beach: “Se rompió el banco de arena e ingresaron al ‘chupón’ de manera repentina. Martín, mi compañero, saltó del mangrullo y acudió a la mujer. Yo agarré a Eduardo y a Roberto, que era otro amigo. Eduardo me dijo que se había encomendado a morir”.
El recuerdo del padre Eduardo
“El 12 de febrero de 1997 me faltaba un mes para ordenarme de diácono y era mi miércoles de cenizas. Un día hermoso, un día de playa. Mi familia fue almorzar y yo les dije que me quedaba porque quería hacer ayuno. El miércoles de cenizas es un día especial para la Iglesia Católica. Y bueno, me quedé en la playa, un poco mirando todo, metiéndome al agua, disfrutando”, dijo el padre Eduardo a TN.
“A las cuatro de la tarde nos metimos al agua con mi hermano. En un momento determinado le dije a mi cuñada, Nora, que salieran (ella y mi sobrino) porque yo no hacía pie. Nos había metido el famoso ‘chupón’. Yo la tenía de un brazo a Nora y del otro lado a mi sobrino. Nos hundíamos, salíamos y nos hundíamos. Para mí fueron seis horas más o menos dentro del agua. Pero no, fue muy poco tiempo”, dijo Eduardo.
“Yo tenía 32 años. Recuerdo que insulté al diablo y luego le pedí a Dios que me llevara a mi pero que no murieran mi cuñada y mi sobrino. Al segundo de pensar todo eso sentí al guardavidas Martín Capuán agarrándome del cuello. Me pasó a Guillermo y él me llevó hasta la orilla. Fue un momento terrible porque vi la muerte”, recordó el cura.
“Fui rezando la situación y se me ocurrió hacer lo que denominé pastoral guardavidas. Lo fui a ver a monseñor Bergoglio, actual papa Francisco. Me dijo que le metiera para adelante”, completó.
Al padre Eduardo lo movilizó tanto aquel episodio que se ofreció a bendecir a los guardavidas antes de la clásica antorchada nocturna que se realiza cada 14 de febrero en Mar de Ajó. “Así fue como empezó a venir y nos bendijo todos los años. Volví a hablar con Eduardo luego de lo que hizo Mariano. Desde el rescate no volví a hablar más con él”, reveló Guillermo.
“A Mariano no lo conozco personalmente. Nos hicimos amigos por Facebook y desde ese primer contacto nunca dejamos de hablar. Cuando me enteré de lo que hizo le mandé un mensaje y fue ahí cuando él me envió ese video”, agregó Guillermo.
A ambos los unió la profesión y el amor por el trabajo. Guillermo fue quien diseñó el escudo que llevan los guardavidas, en donde sobresale el aro salvavidas y una mano levantando una antorcha. Todo ese reconocimiento quedó reflejado en un video personal que Mariano le envió a Guillermo por WhatsApp.
En esas imágenes, grabadas desde su mangrullo en la playa de Florida, Mariano le agradeció a Guillermo y le mostró que lleva en su termo la imagen de la patrona de los guardavidas y también el escudo que él dibujó.
El hilo de los milagros incluso permitió que el padre Eduardo, que no conocía a Mariano, viajara en mayo de 2019 a Estados Unidos para bendecir a todos los guardavidas de la costa en la que trabaja el argentino. “Mi sueño era traer acá a la pastoral, que mis compañeros la conocieran, que sepan que hay una virgen que nos protege. El padre me dijo que le parecía bien, que la había creado para nosotros y que no tenía bandera ni país”.
Mariano le pidió a su esposa que lo ayudara a traducir la oración al inglés y facilitó los recursos para que Eduardo viajara a Florida: “Hoy nos une una amistad. Acá la virgen sigue siendo la misma, solo que en vez de tener la clásica rosca salvavidas tiena una torre característica de las playas de acá”, destacó.
En la estampita que los acompaña, a la diestra de la imagen de la Virgen de Lourdes, una de las frases que inmortalizó el padre Eduardo los conmueve y los une por siempre: “Tomá bajo tu amor de madre las situaciones difíciles a la que nos expongamos a fin de que tengan solución. Es por eso que te confiamos nuestras vidas”.