Sobre el final del partido ante San Pablo y la eliminación en la Sudamericana, el DT se cruzó con Gonzalo Luján y vio la roja.
San Lorenzo no pudo aguantar el 1-0 conseguido en el Nuevo Gasómetro, perdió por dos goles de diferencia ante San Pablo en un Morumbí colmado y le puso punto final a su camino internacional en la Copa Sudamericana.
Pero más allá de la eliminación, uno de los momentos más calientes de la noche lo tuvo como protagonista a Rubén Darío Insua, quien cerca del final ingresó al campo de juego para discutir con uno de sus jugadores y terminó viendo la tarjeta roja.
Cuando corría el tercer minuto de los seis totales que había adicionado el árbitro Esteban Ostojich en el complemento, el Gallego no pudo contener sus nervios y explotó contra Gonzalo Luján, su defensor central, a quien comenzó a recriminarle fervientemente algún detalle táctico.
El DT argentino se olvidó del partido por unos instantes e ingresó al terreno, superando los límites impuestos por el reglamento, y se paró a pocos pasos del zaguero para demostrarle su fastidio. Inmediatamente, el referí se acercó y le mostró la tarjeta roja a Insua, aunque al entrenador pareció importarle poco mientras continuaba con su protesta.
Al ver la acalorada situación, Augusto Batalla debió interceder para calmar a su técnico. «¡Rubén, Rubén, ya está!«, gritaba el guardameta, con la intención de reanudar el juego lo más rápido posible para continuar con la búsqueda de llevar el encuentro a los penales.
Ante el pedido de su arquero, el Gallego comenzó a dirigirse a paso lento hacia los carteles de publicidad ubicados detrás de uno de los arcos, lugar de donde terminó viendo los minutos que restaban de partido.
Más tarde, el entrenador no pudo estar presente en la conferencia de prensa debido a su expulsión, lo que impidió conocer el motivo de su bronca o si quería expresar algo respecto a lo sucedido, situación que se mantuvo una vez que regresó al país.
Las polémicas del partido ante San Pablo
Cuando el reloj marcaba los 20 minutos del primer tiempo y el encuentro aún marchaba 0-0, todo el Ciclón reclamó una supuesta mano dentro del área de Beraldo, uno de los defensores centrales del conjunto paulista.
Tras un desborde de Iván Leguizamón por la banda derecha, el juvenil ejecutaría un centro que terminaría pegando sobre uno de los brazos del brasileño.
A pesar del reclamo, tanto el árbitro como el VAR consideraron que la articulación del zaguero se encontraba pegada al torso, no ampliando su volumen en la jugada como tampoco realizando un movimiento antinatural.
Sobre el final del partido se dio otra situación que también pudo torcer el destino del encuentro. Rafa Pérez fue al área brasileña para buscar el gol que llevara el juego a los penales y recibió un contacto que pudo ser sancionado como infracción y penal.
El defensor saltó y conectó un cabezazo que se fue desviado pero en el ímpetu del movimiento recibió el impacto de quien era su marcador. A pesar de que el colombiano quedó tendido en el piso, ni el árbitro ni el VAR tomaron nota de la acción y el juego siguió su curso.