El mundo del fútbol puede ser cruel con los futbolistas, que muchas veces no son dueños del camino que puede tomar su carrera. Dixon Arroyo, un ecuatoriano nacido en Guayaquil hace 31 años, tuvo que sufrir una mala este año, cuando lo obligaron a dejar el club donde era feliz. Y sin embargo, como dice la canción, el destino le terminó regalando la mejor sorpresa: tener de compañero y jugar junto a Lionel Messi.
La vida dedicada a la pelota de este aguerrido mediocampista pudo comenzar cuando era un niño y se imaginaba tirando gambetas como el histórico Alex Aguinaga, símbolo para una generación de ecuatorianos. O tiempo después, cuando en 2010 cumplió su sueño y debutó como profesional en el Deportivo Quito, club donde fue campeón en 2011 bajo las órdenes del argentino Carlos Ischia y en el que inició una trayectoria que lo tuvo jugando ligas, Libertadores y Sudamericanas en clubes como LDU de Loja, Independiente del Valle o Emelec.
Tan bien le iba a Dixon en su país que logró llegar a la Selección de Ecuador, dirigida por Gustavo Alfaro, aunque no pudo afianzarse en un plantel demasiado competitivo y se quedó afuera de la lista de jugadores que viajó a Qatar para disputar el Mundial de diciembre del año pasado.
Esa frustración no fue nada comparado con lo que le tocaría sufrir a Arroyo unos meses después, en Emelec, institución a la que llegó en 2018 y donde disputó un total de 189 partidos, convirtió 7 goles y dio 8 asistencias.
Dixon se plantó ante las autoridades del conjunto «eléctrico» para reclamar una deuda salarial que mantenían desde el año pasado, y como no obtenía respuestas decidió protestar ausentándose a un entrenamiento, medida a la que se sumaron en solidaridad el resto de sus compañeros, estableciendo un antecedente inédito en el fútbol de ese país.
«Si ellos quieren que continúe, continuaré. Respeto mucho al club, siempre he dado lo mejor, y nunca trato de hacerle daño al equipo, pero son cosas que las traté de hablar personalmente, a la interna con el club y nunca tuve una respuesta. Le escribí al presidente, vicepresidente, al gerente, al coordinador y nadie me dio explicaciones. Lo único que me dijeron es que no me iban a pagar y no corresponde porque los valores firmados se tienen que pagar”, decía Arroyo en los medios locales.
La reacción del Emelec no tuvo contemplación con quien supo ser una de sus mejores figuras: primero lo apartaron del plantel, sacándole protagonismo, y luego le rescindieron el contrato. «El Club Emelec Sport ha llegado a un acuerdo con el jugador Dixon Arroyo para dar por terminada su relación con el Club», dice el frío comunicado publicado en marzo, cuando la situación ya no tuvo retorno.
Allí, Dixon se planteó seriamente dejar de jugar, afectado por la falta de posibilidades de formar parte del primer equipo. Pero esta historia tiene final feliz, se recuerda. Uno de los llamados para Dixon llegó desde el norte, más precisamente desde la cada día más convocante MLS, donde las franquicias se empiezan a nutrir de jugadores más jovenes y con potencial. «El equipo de Beckham, el Inter Miami», le dijeron. Y Dixon aceptó.
Cuando llegó a Fort Lauderdale, sede del equipo sensación de los Estados Unidos (y del planeta fútbol) hablar de Messi era más una expresión de deseo que una realidad. Pero todo comenzó a alinearse en las últimas semanas y un día se enteró por un mensaje a su celular, en medio de un viaje con el Inter Miami, que el mejor del mundo había aceptado la propuesta de jugar en ese club.
El primer entrenamiento, la aparición de Leo en el chat de WhatsApp que comparte el equipo, la presentación con cancha llena y el esperado debut del 10, la noche del 21 de julio contra Cruz Azul, por la Leagues Cup. Todo fue pasando en cámara rápida como una película en la que Dixon se siente cada día más protagonista. También fueron pasando los triunfos, ante Atlanta United, Orlando City y el último, por penales, frente a Dallas FC.
Al lado de Sergio Busquets y atento a las subidas de Jordi Alba para cubrir los relevos, el mediocampista le rinde al Tata Martino: según las estadísticas, es el mejor pasador de la Leagues Cup.
“Las bonitas y maravillosas vueltas de la vida. Un día estás abajo y al siguiente estás arriba coronando. Hace unas semanas, Dixon terminó su contrato con Emelec por falta de confianza y minutos. A día de hoy es titular indiscutible y compañero del mejor jugador del mundo”, escribió uno de sus amigos, en Instagram.
Mientras se prepara para el duelo del viernes ante Charlotte FC, pendiente de la chance de llegar a las semifinales del exigente torneo, Dixon disfruta compartir cancha con Messi: «Conversa mucho, se ríe… Es una gran persona. Antes de su llegada uno podía tener esa incertidumbre, no te imaginas que puede ser tan humilde, pero desde el día uno lo vemos muy cómodo. Viene de estar en otro lugar, con estrellas y figuras, y aquí se lo ve tranquilo y disfrutando», respondió el ecuatoriano en una nota reciente, cuando le preguntaron por el de Rosario.
Dixon hoy sonríe y disfruta una aventura que no estaba en sus planes ni en los de nadie hasta hace un par de meses. El fútbol y sus caprichos. O como dice la frase: el hombre propone, y (en este caso) Messi dispone.